martes, 31 de agosto de 2010

Izquierda islamista y derecha sionista

LOS ARTÍCULOS DE "EL POBRECITO HABLADOR"
(IV: 2010)


Juan Gómez Capuz



IZQUIERDA ISLAMISTA Y DERECHA SIONISTA
La izquierda y la derecha españolas, cada vez más desorientadas, cada vez más radicalizadas, parece que no son capaces de ponerse de acuerdo en nada. Incluso asuntos de política internacional que hace veinte años hubieran suscitado un mínimo consenso, son ahora motivo de agudas discrepancias. Uno de esos asuntos es el espinoso conflicto de Israel y Palestina, cada vez de más difícil solución y periódicamente agitado por actuaciones brutales e insensatas de ambos bandos, como el reciente ataque de comandos israelíes a la llamada “flotilla de la libertad” que pretendía llevar alimentos, medicinas y juguetes (?) a la bloqueada y masificada franja de Gaza.

Desde hace algún tiempo, ha sido habitual entre la izquierda española una actitud propalestina y muy crítica con Israel. Quizá surgió como una moda, posiblemente como reacción al descaradísimo apoyo que Estados Unidos ha brindado siempre a Israel, tal vez como un reflejo de cierta política antioccidental y de “no-alineados” que siempre ha anidado en la izquierda española más radical. Ahora bien, la izquierda española durante más de 80 años se ha dedicado más a luchar contra los disidentes internos (como ocurrió en las absurdas e inútiles luchas intestinas durante la Guerra Civil) que contra los enemigos de la derecha (la prueba es que la derecha de toda la vida sigue intacta en sus canales de TDT y periódicos digitales). Por ello, esta izquierda española parecía hallarse fracturada entre un sector más moderado, afín al PSOE, defensor de regímenes árabes cuestionables pero al menos moderados y relativamente prooccidentales, como Marruecos, Al-Fatah en Palestina y el bloque prooccidental del Líbano, y otro sector más radical, laico y antioccidental, cercano a los restos de Izquierda Unida, que curiosamente apoya a los movimientos islámicos más radicales, como Hamás y otros (¡hay que ver qué lío montaron con la Haidar y cómo este incidente provocó la ruptura entre los cómicos de la ceja y Zapatero!), un sector que ve con gusto la deriva islamista de la otrora civilizada y laica (¡como ellos!) Turquía y apuesta por establecer un diálogo fructífero (?) con Irán. Es la misma izquierda radical que hace casi veinte años ponía enormes retratos de Sadam Husein en las facultades de Letras. El problema es que esta izquierda más radical, laica, antioccidental y anticristiana está ganando terreno al sector más moderado, sobre todo dentro del actual PSOE. Lejanos quedan los tiempos de la labor mediadora de Felipe González (quien estableció relaciones diplomáticas con Israel, no lo olvidemos), Pacordóñez y la Conferencia de Madrid, y solitaria resulta ahora la labor mediadora que fuera y dentro del Gobierno ha realizado Moratinos y que ha sido reconocida por los dos bandos en conflicto. Ahora, repito, da la impresión de que esa izquierda radical está ganando la partida: como parece que su principal enemigo es la civilización cristiana, occidental y capitalista, aplican el sofisma maquiavélico de que “los enemigos de mis enemigos son mis amigos” y no escatiman alabanzas y ayudas al islamismo más radical. Las muestras son numerosas: la cantidad de gente joven y “progre” que lleva puesto el pañuelo palestino porque “queda guay”; las mujeres jóvenes españolas, teóricamente progres, feministas y liberadas, que no dudan en emparejarse con individuos de color procedentes de Malí o Senegal, países del Sahel donde prima una interpretación rigorista del Islam y todavía se practican salvajadas como la ablación de clítoris; las oenegés de charanga y pandereta que acuden al Sahel o se suman a la “flotilla de la libertad” pensando que se trata de ir de colonias de verano, y luego lloran porque les disparan y los secuestran; los que atizan el debate sobre el derecho al uso del velo, yihab y niqab para que la derecha más reaccionaria entre al trapo y ellos se puedan erigir en los defensores de la libertad de cultos y de opinión. Y yo me pregunto: si estos grupos abominan de la cultura y ética católicas porque la consideran machista y patriarcal, ¿por qué experimentan ese inmenso entusiasmo, ese Camino de Damasco, por una cultura que es mucho más patriarcal y machista? Ahora bien, lo más grave de todo, es que esa actitud que antes quedaba confinada en los grupos izquierdistas más radicales, ahora se infiltra con cada vez mayor fuerza en un Gobierno desnortado, con ministros –y sobre todo ministras- patétic@s que no dudan en esgrimir estas cuestiones marginales para disimular la mala marcha de la economía.

Pero si la actitud de la izquierda española nos puede resultar desconcertante, la derecha española no se queda atrás. La nueva derecha dura española, la que monopoliza los canales de TDT y periódicos digitales, también ha experimentado una fuerte radicalización con respecto al conflicto árabo-palestino. Como parece que los dictados en política exterior de esta nueva derecha dura española vienen del ala más conservadora del Partido Republicado de Estados Unidos, de los llamados Neo-Cons (fundamentalistas protestantes a menudo aliados circunstanciales del lobby judío), resulta que ahora en los medios de comunicación conservadores la actitud “oficialista” es el apoyo ciego a todo lo que haga el Estado de Israel. El reciente suceso del brutal ataque israelí a la ambigua “flotilla de la libertad” que se dirigía a Gaza ha puesto de manifiesto cómo los tertulianos ultraconservadores más notables, como Federico, César Vidal y otros que curiosamente tienen apellido alemán (todos ellos desde los búnkers de la cadena de TDT que debería llamarse “Los amigos De israel”), intentaban justificar lo injustificable, repitiendo hasta la saciedad los endebles argumentos del gobierno israelí y de los grandes medios de comunicación norteamericanos. Lo que me llama la atención es que este entusiasmo proisraelí de la nueva derecha española parece relativamente reciente, o al menos no es tan antiguo como la vocación islamista de nuestra izquierda: en mi opinión, se fraguó durante los ocho años de gobierno de José María Aznar, su pertenencia al Trío de las Azores y la brillante invasión de Irak. Pero, al igual que la deriva islamista de nuestra izquierda, resulta sumamente contradictorio: en apenas cuarenta años hemos pasado de escuchar las denuncias de un “contubernio judeo-masónico” a las denuncias, que todavía existen en esos medios ultraconservadores, de un “contubernio masónico” a secas. De repente, el estado israelí (nunca reconocido por la derecha franquista) se ha convertido, quizá por mandato de Washington y de Spielberg, en el bueno de la película, en el “intocable”. La derecha dura española ha pasado de la admiración al régimen nazi a la admiración a los Sabios de Sión. Se ha formado ahora una monumental alianza entre el catolicismo ultraconservador, el sionismo mesiánico y el fundamentalismo protestante. No hay quien los pare. ¿A dónde “irán”?

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