martes, 15 de julio de 2014

Pervivencia del Quijote en la literatura y el cine

LOS ARTÍCULOS DE "EL POBRECITO HABLADOR"
(VIII: 2014)

Juan Gómez Capuz


PERVIVENCIA DEL QUIJOTE EN LA LITERATURA Y EL CINE

En 2014 se cumplen 400 años de la publicación de la segunda parte del Quijote, con el título de El caballero Don Quijote de la Mancha, aunque -por emplear términos modernos- quizá sea más conocida como Quijote 2, “la secuela”.

La primera parte de la obra, publicada en 1605, fue un completo éxito. El Quijote fue en muchos aspectos una obra avanzada a su tiempo, y en este sentido se convirtió en uno de los primeros best-sellers de la Historia. En una época donde todavía era inusitado que una novela se tradujera a otras lenguas modernas, El Quijote fue traducido en pocos años al francés, inglés, holandés, alemán e italiano. El propio Cervantes llegó a conocer algunas de esas traducciones.

La segunda parte del Quijote cuenta las aventuras de Don Quijote y Sancho cuando el primero ya ha sido investido “caballero”, aunque dicha investidura es “de pega” en una venta de dudosa reputación. Pero la modernidad de esta segunda parte reside en el tratamiento de la frontera entre realidad y ficción: Don Quijote y Sancho, antes de su salida, se enteran de la publicación de la primera parte de sus aventuras, y que dicha novela ha sido un éxito de ventas. Pero, como don Quijote no se molesta en leer la obra (no tiene sentido para él leer cosas que él mismo ha vivido) y Sancho no sabe leer, los dos parten de la idea de que son retratados como héroes que luchan para “desfacer entuertos”. Obviamente, no es así, ya que en la primera parte de la obra  son retratados como frikis, como inadaptados sociales que viven en un mundo de ideales caducos. De hecho, la gente que los va saludando por el camino lo entiende así, y en el fondo se burla de ellos. Pero ellos lo malinterpretan y en el fondo se sienten muy orgullosos de ser celebrities. En este sentido, Cervantes parece anticipar el concepto moderno de la fama equivocada y efímera que vemos en los frikis de los programas del corazón o en los concursantes de Gran Hermano. Más aún, cuando en tierras aragonesas Los Duques tomen continuamente el pelo a Don Quijote y Sancho obligándolos a protagonizar aventuras humillantes y surrealistas (Clavileño, Ínsula Barataria), la pseudonovela de caballerías anticipa claramente  un género cinematográfico del siglo XX: el “falso documental”. Por tanto, aunque no sea tan conocida como la primera, la segunda parte del Quijote es mucho más moderna y compleja en sus técnicas narrativas y en el tratamiento de la difusa frontera entre realidad y ficción, así como en el engañoso sentido de la fama.

Ahora bien, lo más importante del Quijote es su influencia en la construcción de una novela moderna realista, con un distanciamiento irónico del autor respecto de sus personajes. Fue sobre todo la literatura inglesa la más rápida a la hora de asimilar esas influencias: el Tristam Shandy de Sterne, donde no hay argumento convencional y todo consiste en  aventuras, reflexiones e historias interpoladas; el Joseph Andrews de Fielding, con los recursos cervantinos de trama itinerante, protagonista acompañado y constante ironia; el Tom Jones también de Fielding, con su tono irónico y el componente picaresco de la ascensión social de un campesino. El eco cervantino en la novela inglesa llega hasta los grandes narradores realiastas del XIX, como Dickens en los Papeles póstumos del club Pickwick.

La traslación de Don Quijote al universo femenino, con la creación de la antiheroína alienada por la lectura de novelas sentimentales y que busca su "hombre ideal" más allá de las normas morales burguesas, también es una creación, paradójicamente, de la novela realista europea: responden a este estereotipo la pobre Emma Bovary de Flaubert (“un don Quijote con faldas”, Ortega dixit), uno de los mejores personajes de la literatura universal, la “versión española” representada por la Ana Ozores de La Regenta, e incluso podríamos barruntar una Quijota venida del frío en la trágica Anna Karénina de Tolstoi. En este sentido, incluso el personaje cinematográfico actual de Bridget Jones no está muy alejado del la órbita quijotesca femenina, sobre todo porque mantiene un tono de autoparodia y personaje inadaptado y a la vez cómico, más cercano por tanto al espíritu cervantino que las tres heroínas realistas antes nombradas.

En el siglo XX los personajes quijotescos podrían corresponder, aunque parcialmente, con el antihéroe que representa al hombre alienado de la sociedad moderna, como el Leopold Bloom del Ulises de Joyce, o el Gregor Samsa de La metamorfosis de Kafka. Ahora bien, creo que estarían más cercanos al ideal cervantino personajes con una vertiente más cómica, como el inefable Ignatius J. Reilly de La conjura de los necios de John Kennedy Toole: el propio editor de esta gran novela póstuma define al personaje como un “Don Quijote obeso”, ya que se trata claramente de un inadaptado social que pretende destruir la cultura moderna y volver atrás a un mundo medieval y teocéntrico, igual que Don Quijote quería volver al mundo caduco de los ideales caballerescos.

Para finalizar, en el mundo del cine encontramos ciertas  “películas de carretera” que copian la trama itinerante del Quijote (en este sentido, Ridley Scott afirmó que Cervantes fue el inventor de las road movies). Para mí, una de les más fieles al espíritu cervantino es Persiguiendo a Betty (Nurse Betty) de Neil LaButte. Betty (interpretada per Renée Zellweger, aunténtica experta en personajes quijotescos, ya que después haría de Bridget Jones) es una ama de casa adicta a los culebrones de hospitales, y de hecho llega a creer que el hospital de la ficción existe de verdad en Los Ángeles y que el actor princpial es realmente un famoso cirujano. Por ello emprende un viaje en coche a lo largo de toda América, disfrazada de enfermera, para llegar a Hollywood, donde consigue conocer a su “hombre ideal”, aunque este y las demás personas de su entorno se horrorizan ante la evidente locura de Betty. Curiosamente, el reverso masculino y british (como hemos visto, paraíso de la ficción neoquijotesca) de Bridget Jones, Mr.Bean, también participa de una curiosa aventura quijotesca en la película Las vacaciones de Mr.Bean: durante su viaje al sur de Francia (otra road movie quijotesca, ya que toda la película consiste en el accidentado viaje del personaje, que sólo al final llega a su destino, Cannes), Mr.Bean se queda dormido a la entrada de un idílico pueblecito del Mediodía francés en el que el tiempo parece haberse detenido a mitad del siglo XX; de repente una acción violenta le despierta, ya que observa cómo un destacamento de la Wehrmacht apoyado por un tanque o cazacarros penetra en el pueblo y bombardea las casas, y además se dirige hacia donde está una bella camarera de la única taberna del pueblo; Mr.Bean, en estado de shock o quizá debido a un comportamiento neuronal deficiente, cree que lo que sucede es “verdad” (aunque la acción ocurre entre 2004-2008) y en un arranque de valentía casi suicida sale de su escondrijo y va directo a salvar a la chica, a la que consigue derribar con un placaje de rugby para protegerla de la metralla enemiga; sin embargo, todo formaba parte de un anuncio de yogures y lo único que consigue Mr.Bean es cargarse el rodaje. En este caso, el comportamiento de Mr.Bean nos recuerda a varios episodios en los que Don Quijote arremete contra “presuntos enemigos” como los molinos de viento, los que conducen a los galeotes o la comitiva de curas y lo único que consigue es lastimarse y provocar el caos. En una línea todavía más esperpéntica, tenemos “falso documental” Borat, donde el larguirucho periodista centroasiático acompañado de su obeso productor y “fiel escudero” cruza también todos los Estados Unidos en dirección a Los Ángeles (como Betty) porque se ha “enamorado” de Pamela Anderson (una especie de Dulcinea de plástico) y quiere casarse con ella. También hay enfoques quijotescos en algunas películas de ciencia-ficción, lo que prueba la “universalidad” de la obra: en la película Héroes fuera de órbita (Galaxy Quest), los actores de una antigua serie de ciencia ficción (una especie de Star Trek de serie B) intentan reverdecer viejos laureles acudiendo a una convención de seguidores frikis de este tipo de series, los cuales suelen ir disfrazados de personajes de la serie y saludan a los actores con las frases que caracterizaron aquella serie caduca; lo que les sorprende todavía más es el entusiasmo de un grupo de individuos de aspecto uniforme, con apariencia retrofuturista similar a la de los grupos Kraftwerk y Devo, que dicen ser termianos, seres de otro planeta que han captado la emisión de la serie y han construido una nave especial idéntica para enfrentarse a sus enemigos del espacio; además insisten en que la serie constituye un “documento histórico”, ya que esa civilización extraterrestre no ha desarrollado todavía el concepto de “ficción”, pues para ellos la ficción es “mentira” (una actitud no muy diferente de la de los puritanos ingleses que prohibieron el teatro y la ópera... y del propio don Quijote); los protagonistas de la serie los toman por los más frikis de todos los asistentes a la convención; sin embargo, aceptan viajar con ellos y se ven involucrados en una verdadera “guerra de las galaxias”, aprenden a manejar la “nave real” y consiguen derrotar a los enemigos de este pueblo termiano, aunque estos sufren un shock cultural cuando los protagonistas de la serie se ven obligados a confesar que en realidad son actores y que la serie no era un “documento histórico” sino simple ficción. La similitud de esta película con algunos episodios de la segunda parte del Quijote, como el vuelo de Clavileño, es evidente. Finalmente, incluso el muy español personaje de Torrente (acompañado en todas sus películas de un fiel escudero) también conserva algunos rasgos quijotescos (creerse un polícia que ya no es y “apatrullar la ciudad” para defender teóricamente a los más débiles) pasados por un espejo deformante que recuerdan mucho al personaje de Ignatius Reilly.

Así pues, tanto la literatura como el cine han inmortalizado, recreado y versionado el inmortal personaje de don Quijote y su continua confusión entre realidad y ficción, quizá porque todos nosotros tenemos algo de Don Quijote.

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