martes, 3 de agosto de 2010

El donoso escrutinio

LOS ARTÍCULOS DE "EL POBRECITO HABLADOR"
(I: 2007-2008)

Juan Gómez Capuz


EL DONOSO ESCRUTINIO



Lo de los gemelos Kaszinski tiene delito. Parece que cuando no se levantan muy católicos, la arman. Pasemos por alto la esperpéntica idea de acusar a uno de los Teletubbies de crimen nefando, porque semejante ocurrencia ya la tuvieron tiempo atrás algunos telepredicadores yanquis que, además, gozan de alta consideración en las altas esferas del poder norteamericano. Pero lo realmente preocupante es su intención de dictaminar qué deben o leer o no los niños polacos (pobres polacos, por si no tenían bastante con Carod-Rovira). Los gemelos golpean dos veces y se han embarcado en un donoso escrutinio (para quien no lo sepa, donoso escrutinio es el eufemismo con el que Cervantes, con su proverbial ironía, designa el brutal saqueo de la biblioteca de Don Quijote por parte del cura, el barbero y otras fuerzas vivas de la aldea; saqueo que acaba con la quema de numerosos libros, de los cuales sólo se salvan unos pocos, entre ellos el Tirant lo Blanch de Joanot Martorell, escrito en la nostra llengua ).

Pues bien, resulta que hace poco los gemelos Kaszinski han propuesto eliminar del currículo escolar textos de autores “peligrosos” y sustituirlos por autores polacos que representan los “eternos valores de la nación polaca” ¿Les suena? Y resulta que entre los autores peligrosos y malditos se encuentran, entre otros, nada menos que Goethe, Dostoievski, Joseph Conrad y Kafka. Quizá porque el “delito” de estos cuatro autores consistió en que supieron captar la esencia universal del alma humana y no se detuvieron en mezquinos prejuicios nacionalistas. En el caso de Goethe y Dostoyevski, quizá influya también el hecho de pertenecer a dos naciones vecinas y hostiles con Polonia. El caso de Joseph Conrad es todavía más sangrante: era polaco pero nunca escribió en su lengua materna, sino en inglés, y al igual que los otros supo reflejar como nadie las cloacas de la condición humana en El corazón de las tinieblas, aunque esta inmundicia se disfrazara de tarea civilizadora y evangelizadora de los belgas en el Congo. Pero a mí, el que más pena me da es Kafka. Pobrecico. Lo suyo es kafkiano. Parece que todos los regímenes lanzados a un donoso escrutinio la han tomado con el pobre judío bohemio, por si no fuera poco la corta, triste y enfermiza vida que vivió, y la baja autoestima que debió de tener (recuérdese, en este sentido, el chiste de otro judío, Woody Allen, cuando Diane Keaton/Annie Hall le reprocha que “tienes la autoestima más baja que Kafka”). Kafka fue autor prohibido (y quemadas sus obras) por los nazis y los soviéticos, y ahora le toca el turno a los devotos patriotas polacos, que parecen no haber aprendido el ominoso ejemplo de sus feroces vecinos. Y en todos los casos, le reprocharán su nihilismo, su decadentismo y su visión de la condición humana reflejadas en el Joseph K. que sufre un proceso judicial sin llegar a conocer nunca ni el motivo ni el acusador (magnífica premonición del sistema “judicial” nazi y soviético, a la vez que nos retrotrae a los lóbregos sótanos de la Inquisición).

Mal Polonia recibes a un extranjero, como dijo Calderón. Pero debemos recordar que estos salvapatrias populistas campan a sus anchas por todos los países del bloque ex-soviético. Hace poco, también leí que el presidente de un club de fútbol rumano (por lo visto, una especie de Piterman y Ruiz de Lopera, pero a lo bestia) prohibió que en su campo se radiara por megafonía la canción We are the champions de Queen porque no quería que su feudo fuera contaminado por la voz de un cantante homosexual. En fin. Cosas veredes, amigo Sancho.

Y quizá en España tampoco estemos totalmente libres de estos desafueros. Por un lado, el Gobierno central, brazo ejecutor de la izquierda atea y filo-gay, considera más importante introducir una asignatura de adoctrinamiento llamada “Educación para la ciudadanía” que enderezar el penoso estado de la educación en este país. En algunas taifas autonómicas separatistas, las escuelas de adoctrinamiento nacionalista tienen la financiación y el beneplácito de los gobernantes, mientras que en otras taifas autonómicas conservadoras, de cerrado y sacristía, devotas de Curro Romero y de María, se financia la enseñanza privada religiosa y se descuida la enseñanza pública, masificada y hacinada en los guetos de los barracones.

Este es el panorama. Ante él sólo cabe luchar por la defensa del Arte y de la Cultura con mayúsculas, y saberlas transmitir a las nuevas generaciones. Es cierto que la política, la religión y el nacionalismo son importantes; también es cierto que para algunas personas alguno de estos valores se ha convertido en su razón para vivir, y para otras muchas, en su razón para matar. Pero el Arte y la Cultura siempre estarán por encima de cualquier otro valor o ideal y siempre sobrevivirán a cualquier donoso escrutinio.

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