viernes, 3 de abril de 2015

Mis doce meses en Meetic y en Ofiuco

LOS ARTÍCULOS DE "EL POBRECITO HABLADOR"
(IX: 2015)

Juan Gómez Capuz


MIS DOCE MESES EN MEETIC Y EN OFIUCO

Hace algunos años tuvo bastante éxito en internet un blog titulado “Mis seis meses en Meetic”, redactado por un hombre, A.N., que se movía en la zona de Alicante. En este artículo, yo pretendo cudruplicar la apuesta, puesto que hablaré de mis doce meses tanto en Meetic como en una agencia matrimonial a la que llamaré Ofiuco, en la zona de Valencia.

En su blog, A.N. ponía de manifiesto que las mujeres que se apuntaban a Meetic se movían sólo por intereses económicos, tratando de cazar un buen partido. En mi caso, la queja va en otra dirección de los intereses materialistas: las mujeres registradas en Meetic se mueven sólo por el físico de los hombres, tratando de cazar un buen “maromo”, mientras que otras cualidades que tradicionalmente caracterizaban a un “buen partido” (empleo estable, posesión de viviendas, nivel cultural alto, etc.) pasan a segundo o tercer plano, o incluso se convierten en una rémora. Parece que las mujeres de 30-45 años aplican criterios estrictamente neodarwinistas y eugenésicos a la hora de encontrar pareja por internet, están obsesionadas con la estatura, el aspecto físico y su impacto en la genética de los hijos futuribles y ponen como condición sine qua non para contestar que el hombre ponga una foto suya, cuando muchas no ponen su foto o su figura aparece distorsionada. A quienes no les guste la metáfora biologicista del neodarwinismo, quizá porque son progres o neonazis entusiastas de Nietzsche y de sus teorías sobre el triunfo de los más fuertes al margen de cualquier ética, propongo una segunda lectura metafórica de signo anticapitalista, que está más de moda. Las relaciones personales entre hombres y mujeres se han convertido en estos últimos 30 años en un auténtico “mercado de la pareja”. Al igual que hoy en día, quien queda fuera del mercado laboral lo tiene muy difícil para volver a entrar en él, quien queda fuera del mercado de la pareja queda fuera para siempre y resulta casi imposible subirse al carro. Y en ese “mercado de la pareja” lo único que cuenta ahora es la apariencia física. Es cierto que siempre existió, sobre todo en los pueblos y en las pequeñas capitales de provincia, un cierto mercado de la pareja, con sus bailes y “tontódromos”, pero en aquella época se catalogaba a un hombre como un “buen partido” en función de múltiples factores, como los citados antes de empleo, formación intelectual y posesiones de bienes inmuebles, y por tanto los criterios eran más laxos y flexibles. Esa divergencia generacional explica que, en diversos centros de trabajo, las mujeres de 60-65 años me consideren un buen partido (empleo fijo, nivel cultural alto, inquietudes artísticas, músico, escritor, bloguero, editor) mientras que las compañeras de 35-45 años (que son las que realmente cuentan como potencial pareja) siempre me han visto como un "divergente", un friki asexuado recién salido de The Big Bang Theory.

Veamos ahora estos postulados neodarwinistas y neoliberales en las mujeres registradas en Meetic. Para quien no haya entrado allí, los datos que ofrece una persona registrada en Meetic se dividen en tres grandes bloques: “Mi perfil/¿Cómo soy yo?”, “Mi estilo de vida” y “La persona a quien busco”. Los dos primeros bloques hacen referencia al propio sujeto y el tercero a la pareja deseada. Pues bien, resulta que muchas mujeres de Meetic dejan prácticamente en blanco casi todos los campos de los dos primeros bloques. Como mucho, sólo ponen su signo del zodiaco (algo que también apunta A.N.). ¡Y a mí qué coño me importa su signo del zodiaco! No soy Rappel ni uno de esos videntes de tres al cuarto que salen a las tres menos cuarto de la madrugada estafando a los noctámbulos. En cuanto a las pocas que consignan su profesión, destaca la gran abundancia de "ejecutivas": para mí, que la mitad de las que ponen eso están en el paro (o como mucho repartirán propoaganda). Como he apuntado antes, pocas mujeres ponen foto suya y si la ponen está tan difuminada que resulta imposible saber cómo es ella. Eso sí, todas las mujeres advierten que no contestarán a ningún hombre que no ponga foto ni rellene todos los campos de su cuestionario, con lo cual encontramos algo habitual en los foros y agencias para encontrar pareja que es el doble rasero a la hora de medir a hombres y mujeres. Por cierto, que a pesar de poner foto y rellenar todo el cuestionario, cuando envías algún mensaje a alguna mujer, casi nunca te contesta (no es solo una experiencia personal, sino que también la constatan muchos hombres que comentan el blog de A.N.). El único dato personal donde las mujeres se emocionan y se explayan a sus anchas es la sección donde pueden expresar cómo son y qué tipo de pareja buscan, y lógicamente toda la información se refiere a su “pareja ideal”. Aunque luego se muestren mezquinamente materialistas, en esta sección se expresan con un lenguaje más etéreo que una poesía pura de Juan Ramón Jiménez con música de Enya. Una de las expresiones más recurrentes es “Quiero encontrar un hombre que me lleve a la Luna”. A mí se me ocurrió contestar a un par de ellas diciéndoles “Pues búscate un astronauta”, y esta vez sí me contestaron: me dijeron de todo menos guapo. Eso sí, en el bloque de “La persona a quien busco” las mujeres registradas en Meetic se sueltan el pelo. Rellenan todos los campos y aquello parece la carta a los Reyes Magos. Uno de los datos que más me ha llamado la atención es que normalmente buscan hombres de la misma edad o más jóvenes, de manera que una mujer de 40 busca hombres entre 35 y 40, cuando tradicionalmente el hombre solía ser algunos años más mayor. En cambio, si tienes cierta edad pero aparentas menos (como es mi caso), les parece horroroso y te espetan que esperaban encontrar a "un hombre de verdad y no a un jovencito aniñado". Pero el dato estrella (y donde yo me he estrellado más veces) es la estatura: todas las mujeres, incluso las más bajitas, buscan hombres altísimos. A la hora de consignar la estatura, existe un término inferior y un término superior, pero muchas mujeres solo indican el término “inferior”, que sitúan en 1,80 metros de altura. Al no marcar el término superior, el programa informático de Meetic lo “verbaliza” por defecto en un contundente “Estatura: 1,80 mínimo”, formulación leonina que parece más propia de los requisitos a una oposición de bombero o policía que a la búsqueda de una pareja. Sólo tendrán opciones los jugadores de baloncesto. Obviamente, cuando escribes a una mujer para hacerle ver que no son formas, te contesta de todo menos guapo. Lo de la estatura es un handicap insalvable y además las mujeres te lo plantean en los más estrictos términos neodarwinistas, eugenésicos y de selección natural: una de ellas me lo "justificaba" diciéndome “es que con tu estatura los niños saldrían muy bajitos”; yo intenté contrargumentar diciendo “pero también saldrían muy inteligentes”, a lo que ella contestaba desarbolándome “ya, pero eso no compensa”. Su actitud me recuerda al "gen egoísta" de Richard Dawkins, un estusiasta de Darwin y Nietzsche. Ahora que tantos colectivos se la cogen con papel de fumar y se querellan contra humoristas o asistentes a un partido de fútbol (dos colectivos por los que siento gran empatía), yo propongo que los hombres bajitos de Meetic creemos una plataforma llamada Meetic-leaks y “filtremos” los nicks (eso daría para otro artículo, porque la mayoría son para llorar) de las mujeres que buscan hombres altísimos y nos marginan de entrada a los más bajitos. El problema es que, como me temo que la mayoría de los hombres bajitos de Meetic seremos varones caucásicos, heteros y con estudios, ningún medio de comunicación (sobre todo Tele 5) nos hará ni caso, pues no les cabrá en la cabeza que podamos ser objeto de algún tipo de marginación y lo considerarán una actitud políticamente incorrecta por nuestra parte. Y menos caso nos harán todavía esos caballos de Troya llamados oenegés, para quienes somos el origen de todos los males que aquejan a la Humanidad y que solo ayudan a los hombres de otras culturas que son los que de verdad sojuzgan a sus mujeres. 

Creo, por tanto, que las mujeres de Meetic no acabn de ser conscientes de que los hombres de Meetic somos muy mediocres físicamente, porque si fuéramos algo mejores buscaríamos mujeres en campo abierto o nos apuntaríamos a E-Darling, que es para “solteros exigentes” (tiemblo sólo de oir esa expresión). Además, cuando consigues ver algo en la foto de su perfil o incluso conocer en persona a alguna mujer de Meetic, te das cuenta de que ellas tampoco son para tanto. En conclusión, que las mujeres registradas en Meetic sólo buscan astronautas y jugadores de baloncesto. Pues entonces lo llevo claro.

La mención a lo políticamente incorrecto me lleva a otra cuestión que no me gusta de Meetic: la censura y la diferente vara de medir para hombres y mujeres. Cada vez que, abrumado por los fracasos, intento retocar los contenidos de la sección “cómo soy y qué tipo de pareja busco”, me encuentro con que el más leve añadido aparece marcado en rojo con la amenazante etiqueta “pendiente de evaluación”. Eso quiere decir que hay trabajadores de Meetic que se dedican día y noche a censurar los perfiles de miles de personas (sobre todo de los hombres, ya que como algunos son muy brutos, pagamos justos por pecadores y ahora todos somos “sospechosos habituales”). Como soy escritor y tengo mucha imaginación, me figuro a esos anónimos censores en una gigantesca mansión de Boulogne (su sede fsical) rodeada de bocage, a modo de Bletchley Park del Amor, interceptando y censurando continuamente mensajes en nombre de ese nuevo dios que es “lo políticamente correcto”. Confieso que yo mismo he sido censurado en varias ocasiones, por decir que tenía un trabajo fijo y dos viviendas (supongo que me censuraron por ofrecer datos demasiado materialistas, pero ¿no es también materialista buscar hombres más jóvenes y de 1,80 mínimo?) o por señalar la zona de la ciudad donde vivo. Estos censores, como suele ocurrir con esa profesión, no tienen el más mínimo sentido del humor y cuando en un arranque de desesperación y "suicidio social" se me ocurrió introducir el comentario “Busco a una mujer a la que no le importe el tamaño (ni de estatura ni de lo otro)”, me lo censuraron de inmediato (cuando escribes una burrada te lo censuran en el acto y cuando el comentario es de gusto dudoso pasa a ser evaluado por los supertacañones del Bletchley Park de Boulogne).

Cuando has fracasado en Meetic, queda una segunda opción para encontrar pareja. Acudir a las pocas agencias matrimoniales “presenciales” que aún quedan en las grandes ciudades. Se supone que esas agencias buscan una mujer con un perfil semejante en su “cartera de clientes” y te la presentan en las oficinas de la agencia. Así te aseguras llegar a la primera cita, cosa que en Meetic es casi una quimera (mandé mensajes a más de 50 mujeres y a las pocas horas visitaban mi perfil pero nunca me contestaban; aplicando el criterio de la navaja de Ockham, supongo que verían tantísimos defectos en mi perfil, empezando por mi foto y mi estatura, que ni siquiera se molestaron en contestar). El problema es que el precio por poder llegar a la primera cita en una agencia presencial es muy caro: diez veces más que un pase trimestral en Meetic, cantidad que hay que pagar completa antes de la primera “presentación”. Los locales de este tipo están situados  en mugrientos entresuelos de fincas antiguas del centro de las ciudades y parecen el despacho cutre de un detective privado del cine negro americano. La agencia a la que me refiero la llamaré Ofiuco, nombre de una constelación a la que los frikis del milenarismo y la New Age quisieron convertir en decimotercer signo del Zodiaco. El problema con Ofiuco es que la mujer que me presentaron, después de haber pagado todo el dinero, más que tener un perfil semejante, tenía un perfil doble, como el programa doble de los antiguos cines de barrio. O sea, que pesaba el doble que yo. Y no fue una presentación; fue una auténtica encerrona. Cuando quedamos para conocernos, siguió una conducta errática, pues lo mismo interrumpía la conversación cada dos por tres para chatear con sus amigas como lanzaba indirectas del tipo "la próxima vez que quedemos iremos a tal sitio". Resulta que esa mujer, doña M., lleva ya años en la misma agencia y a pesar de tener un inmenso patrimonio (mucho más que mis dos modestas viviendas) no ha conseguido encontrar pareja. Así que al último hombre incauto que se apunta en Ofiuco, le intentan colocar a doña M. con cuchara sopera (es un aviso para navegantes no virtuales). Su "cartera de clientes" está tan vacía como la cartera de un sin techo. En mi caso, pude librarme, no son dificultad, de esas redes pero al precio de no tener ninguna presentación real más. Me pusieron en contacto telefónico con dos mujeres que por lo visto ya estaban hartas de la agencia, y ninguna quiso conocerme en persona, o sea que lo de llegar a la primera cita en una agencia presencial es para mí también una quimera.

En fin, estas son mis experiencias. Doce meses en Meetic y en Ofiuco.

martes, 15 de julio de 2014

Pervivencia del Quijote en la literatura y el cine

LOS ARTÍCULOS DE "EL POBRECITO HABLADOR"
(VIII: 2014)

Juan Gómez Capuz


PERVIVENCIA DEL QUIJOTE EN LA LITERATURA Y EL CINE

En 2014 se cumplen 400 años de la publicación de la segunda parte del Quijote, con el título de El caballero Don Quijote de la Mancha, aunque -por emplear términos modernos- quizá sea más conocida como Quijote 2, “la secuela”.

La primera parte de la obra, publicada en 1605, fue un completo éxito. El Quijote fue en muchos aspectos una obra avanzada a su tiempo, y en este sentido se convirtió en uno de los primeros best-sellers de la Historia. En una época donde todavía era inusitado que una novela se tradujera a otras lenguas modernas, El Quijote fue traducido en pocos años al francés, inglés, holandés, alemán e italiano. El propio Cervantes llegó a conocer algunas de esas traducciones.

La segunda parte del Quijote cuenta las aventuras de Don Quijote y Sancho cuando el primero ya ha sido investido “caballero”, aunque dicha investidura es “de pega” en una venta de dudosa reputación. Pero la modernidad de esta segunda parte reside en el tratamiento de la frontera entre realidad y ficción: Don Quijote y Sancho, antes de su salida, se enteran de la publicación de la primera parte de sus aventuras, y que dicha novela ha sido un éxito de ventas. Pero, como don Quijote no se molesta en leer la obra (no tiene sentido para él leer cosas que él mismo ha vivido) y Sancho no sabe leer, los dos parten de la idea de que son retratados como héroes que luchan para “desfacer entuertos”. Obviamente, no es así, ya que en la primera parte de la obra  son retratados como frikis, como inadaptados sociales que viven en un mundo de ideales caducos. De hecho, la gente que los va saludando por el camino lo entiende así, y en el fondo se burla de ellos. Pero ellos lo malinterpretan y en el fondo se sienten muy orgullosos de ser celebrities. En este sentido, Cervantes parece anticipar el concepto moderno de la fama equivocada y efímera que vemos en los frikis de los programas del corazón o en los concursantes de Gran Hermano. Más aún, cuando en tierras aragonesas Los Duques tomen continuamente el pelo a Don Quijote y Sancho obligándolos a protagonizar aventuras humillantes y surrealistas (Clavileño, Ínsula Barataria), la pseudonovela de caballerías anticipa claramente  un género cinematográfico del siglo XX: el “falso documental”. Por tanto, aunque no sea tan conocida como la primera, la segunda parte del Quijote es mucho más moderna y compleja en sus técnicas narrativas y en el tratamiento de la difusa frontera entre realidad y ficción, así como en el engañoso sentido de la fama.

Ahora bien, lo más importante del Quijote es su influencia en la construcción de una novela moderna realista, con un distanciamiento irónico del autor respecto de sus personajes. Fue sobre todo la literatura inglesa la más rápida a la hora de asimilar esas influencias: el Tristam Shandy de Sterne, donde no hay argumento convencional y todo consiste en  aventuras, reflexiones e historias interpoladas; el Joseph Andrews de Fielding, con los recursos cervantinos de trama itinerante, protagonista acompañado y constante ironia; el Tom Jones también de Fielding, con su tono irónico y el componente picaresco de la ascensión social de un campesino. El eco cervantino en la novela inglesa llega hasta los grandes narradores realiastas del XIX, como Dickens en los Papeles póstumos del club Pickwick.

La traslación de Don Quijote al universo femenino, con la creación de la antiheroína alienada por la lectura de novelas sentimentales y que busca su "hombre ideal" más allá de las normas morales burguesas, también es una creación, paradójicamente, de la novela realista europea: responden a este estereotipo la pobre Emma Bovary de Flaubert (“un don Quijote con faldas”, Ortega dixit), uno de los mejores personajes de la literatura universal, la “versión española” representada por la Ana Ozores de La Regenta, e incluso podríamos barruntar una Quijota venida del frío en la trágica Anna Karénina de Tolstoi. En este sentido, incluso el personaje cinematográfico actual de Bridget Jones no está muy alejado del la órbita quijotesca femenina, sobre todo porque mantiene un tono de autoparodia y personaje inadaptado y a la vez cómico, más cercano por tanto al espíritu cervantino que las tres heroínas realistas antes nombradas.

En el siglo XX los personajes quijotescos podrían corresponder, aunque parcialmente, con el antihéroe que representa al hombre alienado de la sociedad moderna, como el Leopold Bloom del Ulises de Joyce, o el Gregor Samsa de La metamorfosis de Kafka. Ahora bien, creo que estarían más cercanos al ideal cervantino personajes con una vertiente más cómica, como el inefable Ignatius J. Reilly de La conjura de los necios de John Kennedy Toole: el propio editor de esta gran novela póstuma define al personaje como un “Don Quijote obeso”, ya que se trata claramente de un inadaptado social que pretende destruir la cultura moderna y volver atrás a un mundo medieval y teocéntrico, igual que Don Quijote quería volver al mundo caduco de los ideales caballerescos.

Para finalizar, en el mundo del cine encontramos ciertas  “películas de carretera” que copian la trama itinerante del Quijote (en este sentido, Ridley Scott afirmó que Cervantes fue el inventor de las road movies). Para mí, una de les más fieles al espíritu cervantino es Persiguiendo a Betty (Nurse Betty) de Neil LaButte. Betty (interpretada per Renée Zellweger, aunténtica experta en personajes quijotescos, ya que después haría de Bridget Jones) es una ama de casa adicta a los culebrones de hospitales, y de hecho llega a creer que el hospital de la ficción existe de verdad en Los Ángeles y que el actor princpial es realmente un famoso cirujano. Por ello emprende un viaje en coche a lo largo de toda América, disfrazada de enfermera, para llegar a Hollywood, donde consigue conocer a su “hombre ideal”, aunque este y las demás personas de su entorno se horrorizan ante la evidente locura de Betty. Curiosamente, el reverso masculino y british (como hemos visto, paraíso de la ficción neoquijotesca) de Bridget Jones, Mr.Bean, también participa de una curiosa aventura quijotesca en la película Las vacaciones de Mr.Bean: durante su viaje al sur de Francia (otra road movie quijotesca, ya que toda la película consiste en el accidentado viaje del personaje, que sólo al final llega a su destino, Cannes), Mr.Bean se queda dormido a la entrada de un idílico pueblecito del Mediodía francés en el que el tiempo parece haberse detenido a mitad del siglo XX; de repente una acción violenta le despierta, ya que observa cómo un destacamento de la Wehrmacht apoyado por un tanque o cazacarros penetra en el pueblo y bombardea las casas, y además se dirige hacia donde está una bella camarera de la única taberna del pueblo; Mr.Bean, en estado de shock o quizá debido a un comportamiento neuronal deficiente, cree que lo que sucede es “verdad” (aunque la acción ocurre entre 2004-2008) y en un arranque de valentía casi suicida sale de su escondrijo y va directo a salvar a la chica, a la que consigue derribar con un placaje de rugby para protegerla de la metralla enemiga; sin embargo, todo formaba parte de un anuncio de yogures y lo único que consigue Mr.Bean es cargarse el rodaje. En este caso, el comportamiento de Mr.Bean nos recuerda a varios episodios en los que Don Quijote arremete contra “presuntos enemigos” como los molinos de viento, los que conducen a los galeotes o la comitiva de curas y lo único que consigue es lastimarse y provocar el caos. En una línea todavía más esperpéntica, tenemos “falso documental” Borat, donde el larguirucho periodista centroasiático acompañado de su obeso productor y “fiel escudero” cruza también todos los Estados Unidos en dirección a Los Ángeles (como Betty) porque se ha “enamorado” de Pamela Anderson (una especie de Dulcinea de plástico) y quiere casarse con ella. También hay enfoques quijotescos en algunas películas de ciencia-ficción, lo que prueba la “universalidad” de la obra: en la película Héroes fuera de órbita (Galaxy Quest), los actores de una antigua serie de ciencia ficción (una especie de Star Trek de serie B) intentan reverdecer viejos laureles acudiendo a una convención de seguidores frikis de este tipo de series, los cuales suelen ir disfrazados de personajes de la serie y saludan a los actores con las frases que caracterizaron aquella serie caduca; lo que les sorprende todavía más es el entusiasmo de un grupo de individuos de aspecto uniforme, con apariencia retrofuturista similar a la de los grupos Kraftwerk y Devo, que dicen ser termianos, seres de otro planeta que han captado la emisión de la serie y han construido una nave especial idéntica para enfrentarse a sus enemigos del espacio; además insisten en que la serie constituye un “documento histórico”, ya que esa civilización extraterrestre no ha desarrollado todavía el concepto de “ficción”, pues para ellos la ficción es “mentira” (una actitud no muy diferente de la de los puritanos ingleses que prohibieron el teatro y la ópera... y del propio don Quijote); los protagonistas de la serie los toman por los más frikis de todos los asistentes a la convención; sin embargo, aceptan viajar con ellos y se ven involucrados en una verdadera “guerra de las galaxias”, aprenden a manejar la “nave real” y consiguen derrotar a los enemigos de este pueblo termiano, aunque estos sufren un shock cultural cuando los protagonistas de la serie se ven obligados a confesar que en realidad son actores y que la serie no era un “documento histórico” sino simple ficción. La similitud de esta película con algunos episodios de la segunda parte del Quijote, como el vuelo de Clavileño, es evidente. Finalmente, incluso el muy español personaje de Torrente (acompañado en todas sus películas de un fiel escudero) también conserva algunos rasgos quijotescos (creerse un polícia que ya no es y “apatrullar la ciudad” para defender teóricamente a los más débiles) pasados por un espejo deformante que recuerdan mucho al personaje de Ignatius Reilly.

Así pues, tanto la literatura como el cine han inmortalizado, recreado y versionado el inmortal personaje de don Quijote y su continua confusión entre realidad y ficción, quizá porque todos nosotros tenemos algo de Don Quijote.

domingo, 6 de julio de 2014

Antisistema, Universidad y turrón (sobre la génesis de Podemos)

LOS ARTÍCULOS DE "EL POBRECITO HABLADOR"
(VIII: 2014)

Juan Gómez Capuz

ANTISISTEMA, UNIVERSIDAD Y TURRÓN (SOBRE LA GÉNESIS DE PODEMOS)

El repentino (y coyuntural) éxito electoral de Podemos ha hecho verter ríos de tinta a los analistas políticos. Se habla de crisis del bipartidismo y de crisis total del sistema (la abdicación del rey pocas semanas después fue interpretada como un efecto inmediato, casi como un Bastillazo). Pero es necesario remontarse al origen de Podemos para comprobar cuál es el alcance real de este movimiento. 

En un artículo en El País titulado “La ola”, el catedrático Antonio Elorza ha apuntado con acierto tanto el origen como los objetivos de Podemos y los ha comparado con una interesante película alemana, La ola de Dennis Gansel (2008), que habla sobre la génesis de los totalitarismos. Obviamente, este artículo de Elorza ha sido duramente criticado desde ámbitos antisistema cercanos a Podemos. Quizá el artículo de Elorza plantee un panorama excesivamente apocalíptico en cuanto a los objetivos futuros de Podemos, pero el diagnóstico de su origen me parece sumamente acertado, sobre todo al circunscribirlo a un ámbito que la mayoría del público desconoce: el caldo de cultivo ideológico que se cuece en la Universidad española. Elorza es catedrático en la misma Facultad de Ciencias Políticas de la Complutense donde surgió Contrapoder y luego Podemos, y por tanto sabe muy bien de lo que habla. El autor de estas líneas ha sido Becario de Investigación y Profesor Asociado en la Facultat de Filologia de la Universitat de València, y por tanto también sabe muy bien de lo que habla.

La Universidad española, y en especial ciertas Facultades (Filología, Historia, Filosofía), funciona como una suma de pequeños búnkeres totalmente ajenos a la realidad exterior en los que reina como único criterio la pureza ideológica. Determinados sindicatos de alumnos, en connivencia con determinados equipos rectorales, imponen una ideología oficial que todo el mundo debe cumplir. Desde el alumno más ceporro que sólo va allí para liarla hasta el catedrático más pata negra, todos son piezas de un “sistema” que, sólo por su oposición ciega y radical al sistema del mundo exterior, puede recibir el nombre de “antisistema”, igual que la antimateria se opone a la materia aunque estén formadas por partículas elementales homólogas. Los sindicatos de profesores y alumnos funcionan a modo de un gran sindicato vertical (o “casta”) que controla y uniformiza a toda la población de ese ámbito cerrado: uno piensa entonces en las distopías de ciencia ficción como Un mundo feliz, 1984 o La isla. La fuerte endogamia y falta de ventilación de la Universidad española generan a su vez un “efecto invernadero”: para asegurarse una plaza fija en una determinada Facultad el criterio determinante no es ser un buen docente e investigador sino la absoluta fidelidad al “antisistema”; a su vez, esto provoca que para conseguir su objetivo, los candidatos enfaticen su radicalismo como único criterio válido para medrar en ese microcosmos tan viciado. La excelencia investigadora ha sido sustituida por la pureza ideológica. En ese sentido, funciona la analogía que Elorza hacía con lo descrito en la película La ola (grupo altamente cohesionado, la pretensión de ser reconocidos como únicos representantes legítimos de su colectivo), pero a mí me recuerda más todavía la carrera suicida en pos de una pureza ideológica y una radicalidad anticapitalista que llevó al abismo a la República Española durante la Guerra Civil: la caza de brujas contra el POUM en Barcelona, el Anschluss entre las juventudes socialistas y comunistas (a beneficio de estas últimas), la infiltración estalinista y la toma del poder por el PCE. Por eso, la creciente conversión de Podemos de legítimo partido antisistema en un búnker dominado por unos líderes carismáticos iluminados y una ideología simple y maniquea, cada vez más distanciada de las provisionales bases del partido, me recuerda al argumento de Animal Farm, la sátira antiestalinista de quienes se apropian de una revolución, escrita por Orwell, testigo directo de  esa limpieza ideológica en la Barcelona de 1937. En cuanto a los líderes carismáticos (otro punto de contacto con La ola), la trinidad Iglesias-Monedero-Errejón recuerdan a Lenin-Stalin-Trotsky pasados por un espejo deformante de Valle Inclán (Errejón parece un secundario de The Big Bang Theory) y además su original estalinismo ha dejado paso a un chavismo trasnochado y difícil de aplicar en Europa.

Porque esa es otra. En los círculos antisistema de la Universidad española siempre se respiró un fuerte ambiente no sólo anticapitalista (lo que hubiera tenido bastante sentido), sino en el fondo profundamente antioccidental (con su corolario actual antieuropeísta, prueba de que la extrema izquierda y la extrema derecha actuales no están tan alejadas). Como alumno anonymous y potencialmente desviacionista, siempre detecté en esa confusa ideología ad hoc una fuerte aversión hacia el modo de vida occidental: como botón de muestra, el rock and roll nunca fue visto como un síntoma de rebeldía sino como una infiltración capitalista angloamericana... ¡ni siquiera las camisetas de los Ramones estaban bien vistas! (quizá porque un lumbrera de la casta dominante antisistema descubrió que llevaban el escudo de los USA). En cambio, esta extrema izquierda antisistema universitaria siempre glorificó a otras culturas, sobre todo si ponían en jaque la hegemonía occidental. De aquellos polvos (mentales) surgieron estos lodos y ahora en Podemos el espejo donde mirarse (y quizá la fuente financiera) es el chavismo venezolano exportado a otros países hispanoamericanos, teniendo como punto de referencia básico el magnífico sistema cubano. En este caso, la trinidad Iglesias-Monedero-Errejón recuerdan más bien a Maduro-Correa-Morales sin espejo deformante alguno (aunque ahora el referente valleinclanesco no es Luces de Bohemia sino Tirano Banderas). Pero esto no es lo peor. En Podemos también hay gran admiración por otros sistemas “republicanos”, como la República Islámica de Irán (aunque, todo hay que decirlo, afortunadamente no llegan al entusiasmo islamista de la izquierda antisistema francesa y sus ONG acólitas) y la República Popular de Corea del Norte. Por supuesto, en Podemos renegarán del actual sistema político y económico de la República Popular China (la antigua “China popular”, en palabras de Carod Rovira), al que consideran demasiado “occidental” y todavía dominado por una “casta” política.

Otro detalle que me ha llamado la atención en Podemos es que apenas hay mujeres entre sus cuadros dirigentes y que sus tres líderes carismáticos son hombres. Como son tan “antisistema”, la paridad no van con ellos. O quizá sea síntoma de algo más grave: su imitación del modelo populista hispanoamericano y de otros países sumamente alejados del mundo occidental les ha contagiado, quizá como “daño colateral”, un considerable machismo: repare el lector que no hay mujeres (ni negros, ni gais) entre los cuadros dirigentes de Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Irán o Corea del Norte. Repare también el lector en las numerosas salidas de tiesto misóginas y homófobas de los dirigentes de estos países (sobre todo Evo Morales o Ahmadineyah). En cambio, aunque las comparaciones sean odiosas, sí hay mujeres, negros y gais entre los cuadros dirigentes del denostado mundo occidental (a bote pronto, Merkel, Obama y muchísimos alcaldes/alcaldesas). Me pregunto si estos colectivos citados verán a Podemos como una nueva esperanza.

Como dato último quisiera recordar una anécdota que ocurrió hace unos sieto u ocho años en mi Facultad de Filología. El día antes de las vacaciones de Navidad un comando anarquista griego tomó por la fuerza uno de los Departamentos. Tuvo retenidos a profesores y administrativos durante más de 20 horas y además dio buena cuenta del turrón y del champán que había allí. Cuando los profesores fueron liberados, no experimentaron el más mínimo síntoma de síndrome de Estocolmo, a pesar de que teóricamente se suponía que debían compartir buena parte de los presupuestos ideológicos de sus secuestradores. Antes bien, se expresaron en términos muy duros acerca del trato recibido y no dejaban de repetir, casi como consigna o leit-motiv, que “estos cabrones se han comido todo el turrón”. (Por cierto, será una casualidad o serendipia, pero el segundo apellido de Pablo Iglesias es Turrión).

La pregunta final es obvia: ¿Podemos confiar en Podemos? ¿Sustituirán una casta por otra? ¿Se comerán nuestro turrón?

lunes, 28 de abril de 2014

Traducción anotada de un extraño texto latino medieval (erróneamente atribuido a San Malaquías)

LOS ARTÍCULOS DE "EL POBRECITO HABLADOR"
(VII: 2014)
Juan Gómez Capuz, Doctor en Filología
TRADUCCIÓN ANOTADA DE UN EXTRAÑO TEXTO LATINO MEDIEVAL (ERRÓNEAMENTE ATRIBUIDO A SAN MALAQUÍAS)

A)ESTADO DE LA CUESTIÓN.
En el presente artículo pretendo arrojar algo de luz sobre un extraño texto latino medieval, fechado circa 1112, escrito curiosamente en letra uncial irlandesa y conservado, bajo la signatura MS 48B, en la Biblioteca Bodleiana de la Universidad de Oxford.

Durante varios siglos este extraño texto ha sido objeto de diversas (y a veces disparatadas) traducciones. La razón de ello es que está redactado en un latín medieval poco ortodoxo y a menudo adulterado por elementos léxicos y gramaticales tanto gaélicos como anglosajones. El resultado de esta mezcolanza es un texto incomprensible y críptico, hasta el punto de que a menudo ha sido comparado con el famoso Manuscrito Voynich.

La mayoría de los estudiosos han llegado a la conclusión de que el texto fue redactado por un monje irlandés, discípulo de San Malaquías de Armagh, el cual estuvo al servicio de la escribanía real de Enrique I de Inglaterra, cuarto hijo de Guillermo el Conquistador. Enrique I, quien de joven fue también monje (pues no se esperaba que fuera a reinar), deseó rodearse de escribientes de la florida y prestigiosa escuela irlandesa de la época, pues desconfiaba de los escribientes anglosajones de la época del rey Harold. Lo curioso es que este monje irlandés, a fuerza de convivir con los antiguos escribientes sajones y de adaptar viejos textos de la época anterior, acabó familiarizándose con la lengua anglosajona que tras la invasión normanda se había convertida en la lengua popular no escrita, frente al francés normando de los nuevos dominadores. Por ello, su texto latino está repleto de resabios de esa lengua anglosajona, lo cual indujo a algunos estudiosos a fechar el texto en épocas muy anteriores. Además, el monje no pudo evitar dejar muestras en el texto de su lengua materna irlandesa.

En los últimos años, en algunos círculos conspiranoicos (y quién sabe si también ocultistas), se ha querido atribuir este extraño texto al propio San Malaquías. Más aún, se han interpretado ciertos pasajes oscuros (debidos a la ya explicada mezcolanza de lenguas) en clave apocalíptica, incluso relacionándolos con sucesos actuales. Estoy en completo desacuerdo con esta hipótesis, que intentaré refutar en cada momento de esta traducción anotada.
B)EL TEXTO.
Quis nimius dolor eiuscivit elidit livore veros. Enim iriustrud nis digna facile do tis auget iurem doloreet, corem et susting eiusmodis veraesto eiupsum. Ex eum aliquat, venis endignis nonum vel euisi. Rustis ex eugait nulla facilite, ver sequis dionsequipit ut modit, quisi ex dolore sed modigna alis dolendit inis magna corper sequit erit prat, se exero deliquisi minim in veniat acin irit, sectet praesequis nulla faci blam, suscil ummolor percidunt aliquatem es feugait essis enit, conum illa faciliquis elit aut summodolobor aciusmodis tat, duis nulluamsan volobore quam ea feugait, landipis digna facilius eros dignisi. Ilisci ex eliquat. Liquatis essenis, enim lut iuretuet auctoritas dolore eiuscivit, quisi tat. Vulput eamsanguinis nonsecte dignit lutare laor auctoritate, ut volenim nulla auge min ullam consientem, facincipit nulland reditum. Ut luptatum vel er vir dion volor alit, non nulla atis num autat. Atummy nostrud tat. Reet, quam, quamcum modignibh exequisit, core dolorebo, auctoritas vellit. Duabus Siciliam, cortion vestrud ipsum Xera exequat et exeit ad delendam vellit.

C)TRADUCCIÓN ANOTADA.
Debido a la extensión del texto, me centraré en la traducción comentada de algunos pasajes que han sido fuente de gran controversia a lo largo de los siglos y sobre todo de aquellos pasajes que han sido manipulados por los conspiranoicos que atribuyen el texto a San Malaquías.

1.Quis nimius dolor eiuscivit elidit livore veros . Proponemos la traducción “quien provocó su propio y excesivo dolor y verdaderamente lo hace salir con lividez”. La forma eiuscivit  es un compuesto tardolatino a partir del verbo cieo ‘provocar’ y se traduce como “provocar lo propio”.

2.Enim iriustrud nis digna facile do tis auget iurem doloreet, corem et susting eiusmodis veraesto eiupsum . Se trata de otro fragmento que ha provocado traducciones muy diversas a lo largo de los siglos. Nosotros proponemos la siguiente traducción: “Porque al ser echado a la calle, a no ser que yo dé las cosas dignas con facilidad hasta que se lamente y acreciente el derecho, y asustando con respecto al corazón a su manera verdadera y a sí mismo”. De nuevo, iriustrud  es compuesto tardolatino a partir del verbo trudo ‘echar’. La forma corem  es un acusativo de relación ‘asustando en el corazón, con respecto al corazón’: diversos estudiosos han considerado esta forma un solecismo, pues es sabido que el sustantivo latino cor, cordis es neutro y su forma de acusativo singular es cor, pero pensamos que en este caso el monje irlandés lo confundió con el parónimo anglosajón core ‘núcleo, corazón de una fruta’, que sí es de género masculino. En cuanto a susting, nos encontramos con el primer falso anglicismo de la historia, fruto de la curiosa mezcla anglo-latina que realiza nuestro monje irlandés.

3. Ilisci ex eliquat. Las frases más breves del texto suelen ser las más crípticas. Esta, en concreto, ha hecho verter ríos de tinta a los traductores. Nosotros proponemos la siguiente traducción: “Desde Elche sale el líquido”. A muchos estudiosos les ha confundido la posposición de la preposición ex, pero hay que recordar que en muchas lenguas indoeuropeas, como el sánscrito, este fenómeno de posposición es muy frecuente. Incluso el latín arcaico lo muestra en algunos casos. Por lo que respecta a nuestro autor, el monje irlandés, recordemos que la posposición se da en ocasiones en las lenguas célticas y era todavía mucho más frecuente en las lenguas germánicas (de donde surge la indiferenciación entre preposiciones y adverbios que ha desembocado en los phrasal verbs del inglés y los trennbare Verben del alemán). En el propio anglosajón predominaban las construcciones us betweonan y him beforan correspondientes, respectivamente, a between us y before him del inglés moderno. Tomo estos datos del completísimo manual de Anna Gialcone y Paolo Ramat Las lenguas indoeuropeas, Madrid, Cátedra, 1995. En cuanto a la mención del toponímico Elche, recientes estudios han demostrado que los intercambios comerciales entre la España andalusí y la Inglaterra normanda fueron mucho más habituales de lo que se pensaba, quizá por el contacto de los normandos con la cultura islámica en lugares como Sicilia (que luego aparecerá mencionada en el texto). En concreto, los normandos apreciaban sobre todo las naranjas del Levante español que eran llevadas por mar a puertos del sur de Inglaterra como Exeter o Plymouth. Para más detalles, véase el libro de Jude Liar Commercial transactions between England and Muslim Spain in the Middle Ages, Exeter, University. Finalmente, el verbo eliquo procede del compuesto ex+liquo ‘salir el líquido’: obviamente, se refiere al zumo de naranja.

4. Liquatis essenis, enim lut iuretuet auctoritas dolore eiuscivit, quisi tat . La traducción del pasaje anterior referido a las naranjas de Elche nos indica claramente que el final del texto relata las actividades comerciales de un navío anglonormando en el Levante español y Sicilia. Todas las traducciones anteriores se basaban en el presupuesto erróneo de que era un texto religioso o jurídico, agravado con las interpretaciones apocalípticas de los conspiranoicos. Así pues, nuestra traducción es la siguiente: “Por tanto, una vez licuados los alimentos, la autoridad paga la deuda por velar por el derecho (que) provocó el dolor, según quien se hizo”. Liquatis essenis es un abativo absoluto, “una vez licuados los alimentos”; obviamente, se refiere a las naranjas y la forma essenis puede deberse a confusión del monje entre el verbo latino edere/esse  y el anglosajón essen. La forma verbal lut viene del veo latino luo ‘pagar una deuda’, mientras que iuretuet es otro compuesto tardolatino (influido por la fuerte tendencia del anglosajón a la composición verbal) con el sentido de ‘velar por el derecho’, ya que se forma con el ablativo iure y el verbo tueo ‘velar’. La forma verbal tat, que también encontraremos en el pasaje (6), parece ser el perfecto fuerte del verbo anglosajón tûn ‘hacer’ con valor medio-pasivo, ‘se hizo’.

5.Vulput eamsanguinis nonsecte dignit lutare laor auctoritate, ut volenim nulla auge min ullam consientem, facincipit nulland reditum . Este enigmático pasaje se vuelve fácil de traducir si lo interpretamos en el contexto de la transacción comercial. Por tanto, proponemos la siguiente traducción: “(Ella) actúa con astucia no cortada de su propia sangre y su alabanza se digna a pagar la deuda con la autoridad, para que consigamos algún acuerdo sin ningún incremento (de precio) para hacer comenzar el rédito o beneficio en cualquier tierra”. El verbo tardolatino vulpuo significa ‘actuar con astucia’ (a partir del sustantivo vulpes) y suele exigir un sujeto femenino, que hemos reconstruido mediante el pronombre ella. En su libro sobre los intercambios comerciales entre ingleses y andalusíes (pasaje 3), Jude Liar nos aporta el dato significativo de que en los navíos ingleses solían viajar bellas jóvenes pelirrojas sajonas o gaélicas, pues su color de pelo fascinaba a los andalusíes, que lo llamaban “cabeza de naranja”. Este detalle será crucial para la traducción de los pasajes posteriores. La expresión eamsangunis nonsecte equivale al modismo actual ‘con sangre fría’. La forma verbal facincipit es muy interesante, pues se trata de un compuesto verbal tardolatino de carácter factitivo transitivizador (facio+incipio‘hacer comenzar’, con apócope del primer verbo), fórmula que hará fortuna tanto en las lenguas germánicas como en las romances. En cuanto a nulland, nos encontramos de nuevo con una muestra maravillosa de la fusión de elementos latinos y germánicos que hace el monje irlandés, ya que es la suma del latín nulla ‘ninguna’ y el anglosajón land ‘tierra’: en ninguna tierra, en ningún lugar, aunque por el contexto adquiere un valor indiferenciador positivo, como ocurre actualmente con las formas inglesas anyone, anyhow y su más directa equivalente, anywhere. Además, al fijarse en función adverbial, nulland se convierte en forma indeclinable.

6.Atummy nostrud tat . De nuevo nos encontramos con una breve frase de sentido críptico, que ha provocado interpretaciones muy diversas (y hasta disparatadas) entre los estudiosos. Nosotros proponemos la siguiente traducción: “Nuestro otoño se hizo, llegó a su fin”, que es un lítote de la expresión "Winter is coming", habitual en los Siete Reinos de la Heptarquía anglosajona. Está claro que atummy es un intento de “anglizar” la palabra latina autumnus (finalmente, el inglés la adaptó en la forma cuasi latina autumn). La forma neutra nostrud es muy curiosa (a la vez que revela que el monje pensó que el latín autumnus era de género neutro *autumnum al tratarse de algo inanimado): por analogía por las formas neutras de istud e illud, se generó en latín medieval la forma neutra nostrud, ya que todos pertenecían a la clase de los pronombres/determinativos. En cuanto a la forma verbal tat, hay que pensar en una interferencia del verbo anglosajón tûn ‘hacer’ en tiempo perfectivo-resultativo (compárese con el alemán moderno tun-tat-getan) y con valor mediopasivo: ‘se hizo’ con el valor resultativo de ‘se acabó’ (inglés moderno to be over). Hay que recordar que era habitual entre los copistas anglosajones e irlandeses consignar en sus textos la estación del año en la que habían sido redactados. Curiosamente, los conspiranoicos que atribuyen el texto a San Malaquías, también llegan a la misma traducción que nosotros, pero la interpretan en un sentido esotérico y apocalíptico (“nuestro otoño llegó a su fin, hemos entrado en el invierno”, casi como si fuera un invierno nuclear) con el que no estamos en absoluto de acuerdo.

7.Reet, quam, quamcum modignibh exequisit, core dolorebo, auctoritas vellit . El gran enigma de este pasaje ha sido siempre la traducción del nombre propio Reet, que parece referirse a una mujer por la concordancia del antecedente con el relativo quam . En algunos círculos ocultistas se ha querido ver la alusión a una divinidad femenina egipcia o púnica, pero es imposible que el monje irlandés manejase esos conocimientos. Más lejos (en el absurdo) han llegado los conspiranoicos que atribuyen el texto a San Malaquías, dicendo que el santo irlandés profetizó el personaje de Rhett Butler en Lo que el viento se llevó. Teniendo en cuenta lo dicho en el pasaje (5) sobre las jóvenes pelirrojas que acompañaban a los comerciantes ingleses y que ejercían labores de espionaje, lo más sencillo (según la navaja de Ockham) es que Reet fuera el nombre de una de ellas. Por tanto, proponemos la siguiente traducción: “Reet, a la cual, como por la mañana revisara las cuentas, con el corazón dolorido, detuvo la autoridad”. La forma gaélica modignibh significa ‘por la mañana’.

8.Duabus Siciliam, cortion vestrud ipsum Xera exequat et exeit ad delendam vellit . Parece ser que tras el encontronazo de la bella Reet con las autoridades aduaneras de Elche, el barco inglés decide zarpar a Sicilia, donde los anglonormandos se sentían muy a gusto debido a la presencia de colonos normandos y mercaderes musulmanes que vendían productos exóticos como alfombras, dátiles, especias y papel. Por tanto, proponemos la siguiente traducción: “Habiendo llegado las dos a Sicilia, Xera intentó obtener vuestra propia alfombra y (al no conseguirlo) salió y la arrancó para destruirla”. La forma Duabus Siciliam es un ablativo absoluto adulterado para marcar con acusativo el papel de Sicilia como término de movimiento; a su vez, la forma duabus preuspone que había dos chicas jóvenes, Reet y Xera, siendo este último nombre una grecolatinización del nombre gaélico Sheree (aunque no descartamos que el monje irlandés, poco avezado en nombres femeninos, lo confundiera con el también gaélico Sheena o Xena). El nombre grecobizantino cortion  significa ‘alfombra’ y es de género neutro (de ahí deriva la palabra española cortina), lo cual explica que el monje lo haga concordar con las formas neutras ipsum y vestrud (de nuevo encontramos la analogía del neutro en –d ya explicada en el caso de nostrud en el pasaje 6). Finalmente, ad delendam es un gerundivo, aunque no queda clara su concordancia con el neutro cortion.
4.CONCLUSIONES.
Por tanto, el texto que ha motivado tantas lecturas esotéricas y apocalípticas, resulta ser, sobre todo en su parte final, el relato de una misión comercial anglonormanda por el Mediterráneo, en el que las dos jóvenes pelirrojas, Reet y Xera, se sitúan al margen de la ley para obtener secretos comerciales de los musulmanes relativos a dos productos tan apreciados por los anglosajones y normandos como las naranjas y las alfombras. Es decir, el relato de uno de los primeros casos de “espionaje industrial”.

P.S.Como el lector más o menos avezado habrá podido adivinar, toda esta traducción es falsa. El "texto latino" no es más que uno de esos textos en seudolatín que se utilizan para maquetar páginas en ordenador y que por error apareció en uno de los números recientes de la revista Cinemanía en la reseña de la película Dallas Buyers Club. Ese texto seudolatino ha sido "tuneado" y retocado por el autor de este blog para que la presunta traducción tuviera algo de sentido. Obviamente, es también una parodia de los que quieren ver mensajes extraños donde no los hay.

lunes, 27 de enero de 2014

El tren de cercanías. Episodio 3: traficantes de ida y vuelta, party line y safari park


LOS ARTÍCULOS DE "EL POBRECITO HABLADOR"
(VIII:2014)


Juan Gómez Capuz


EL TREN DE CERCANÍAS. EPISODIO 3: TRAFICANTES DE IDA Y VUELTA, PARTY LINE Y SAFARI PARK.

El tren de cercanías de la línea Valencia-Xàtiva no deja de darnos sorpresas. Hasta el punto de que los últimos especímenes que he observado dan para una tercera entrega y para completar la trilogía (de hecho, muchos de los individuos que encuentro en el tren son bastante más extraños que los que aparecen en la saga de Star Wars).


En anteriores entregas ya hablamos de un grupo de personas que hacían la vida en el tren, pues las podías ver a cualquier hora del día, en una dirección u otra. También es significativo que la gran mayoría de ellos suben o bajan en la estación de A., que es también el destino de mi trayecto, razón por la cual los siento especialmente “próximos”. Tras varios años de observación empírica sobre este subgrupo humano, he llegado a la conclusión de que se trata de pequeños traficantes de sustancias “que no se venden en farmacia legal”, como decía la canción Carolina de MClan. De hecho, muchos de ellos ya acusan los estragos de la adicción y se les ve demacrados y cojeando (lo que no les impide moverse por el tren más deprisa que los demás). Su “modus operandi” (creo que el latinismo jurídico está bien empleado aquí) es bastante simple: cada día hacen tres o cuatro viajes entre A. y Valencia, aunque desconozco en qué lugar recogen la mercancía y en qué lugar la venden (una hipótesis de trabajo sería que la recogen en Valencia y la venden en A.); siempre suben al tren sin billete, por lo que intentan colarse en los tornos después de que pase otro viajero; una vez en el tren, van directos al único, minúsculo y asqueroso lavabo que se encuentra en el vagón central del convoy; como van casi siempre en parejas, allí se acantonan los dos durante todo el viaje (algunas veces se trata de parejas de hombre y mujer “arrejuntaos”, con lo cual el viaje resulta ser más entretenido); si en ocasiones coinciden dos parejas, la lucha por entrar en el pequeño lavabo es casi un duelo a muerte en O.K. Corral; finalmente, cuando llegan a Valencia, vuelven a saltarse los tornos y se escampan por la ciudad. Normalmente, se mueven en las calles cercanas a la estación, donde el “negocio” es floreciente, pero en ocasiones los he llegado a ver en la zona de Facultades, sobre todo en épocas de exámenes. La mayoría son españoles, muchos de ellos quinquis y medio gitanos, pero suelen hacer negocios en Valencia con individuos de procedencia exótica que además se dedican a “controlar el tráfico” (es decir, a hacer de gorrillas). No obstante, también hay algún extranjero, como el moro mendigo del Episodio 1 y un negrito altísimo, pero parece tratarse de lobos solitarios que trapichean con otro tipo de productos más “normales” (y además nunca se esconden en el lavabo sino que siempre se sitúan en el primer vagón para poder salir los primeros). También creo que el acelerado individuo al que llamamos "El correcaminos" o "El del subidón" en el Episodio 1 de esta trilogía es otro de los traficantes (seguramente de anfetas o speed), pero en vista de su comportamiento parece que la mitad de la mercancía la consume él durante el trayecto. Los demás viajeros ya nos hemos acostumbrado a su presencia en el tren, pero mi consejo para los responsables de Renfe, Adif o la subcontrata de la subcontrata que se encargue de los trenes de cercanías es que se les proporcione un “abono especial para traficantes” con el objeto de evitar que copen el lavabo del tren, para desesperación de los señores mayores que tienen problemas de próstata.

Las modas de las nuevas tecnologías provocan comportamientos cada vez más gregarios entre las personas. Hoy en día el móvil se ha convertido en una extensión de la persona, no sólo para hablar sino para labores alternativas: escuchar música y enviar mensajitos. En este último aspecto, el tren de cercanías se convierte en un microcosmos para palpar el pulso de estas nuevas tendencias. Y lo más de lo más, lo cool por antonomasia, es el whatsapp. Como estoy bastante atrasado en los avances de la telefonía móvil y su conexión con internet, no dispongo de whatsapp. Por ello, he tardado algún tiempo en descubrir su efecto nocivo en el tren, pues desgraciadamente los vagones no actúan como “jaula de Faraday” inhibiendo las ondas electromagnéticas. Así pues, hace algunos meses me llamó la atención la reiteración de un sonido de silbido pajaril que se repetía unas 30 veces durante el trayecto. Primero pensé en que se había puesto de moda entre la gente un determinado tipo de silbido creado por un humorista o por algún anuncio publicitario. Luego llegué a creer que muchos viajeros llevaban secretamente escondido algún pajarito de carne y hueso, pues otra moda creciente (como veremos a continuación) es la de llevar animales en el tren. Pero después de oír el maldito silbido en la propia sala de profesores de mi instituto, caí finalmente en la cuenta que era la señal de llamada de que había entrado un mensaje de whatsapp. Hoy en día, la ratio de silbiditos de whatsapp en el tren de cercanías es de una cada 20 segundos, pues al parecer todo el mundo aprovecha el trayecto para jugar con esa aplicación. Es curioso ver cómo esas modas se difunden de manera tan rápida. Me recuerdan una antigua tira cómica de Julius en El Jueves: no tenía bocadillos con diálogos, pero no hacía falta, pues se veía a un señor (mal dibujado, como si lo hiciera un niño pequeño) que paseando por la calle se topaba con varios individuos que llevaban un pulpo vivo en la cabeza; al principio, este señor se reía de tan absurda manía y veía a estas personas como si fueran frikis, pero conforme iba viendo que todos los demás transeúntes llevaban pulpos en la cabeza (incluso los niños llevaban un pulpito), y él no, empezaba a preocuparse y a pensar que quizá el friki era él; finalmente, entraba en una tienda y se compraba un pulpo y salía a la calle tan ufano, pensando que ya era una persona “normal”. Por tanto, supongo que dentro de poco acabaré usando el whatsapp.

Finalmente, otra moda que está haciendo furor en el tren de cercanías es la de llevar animales en el vagón. Parece que ahora que la crisis está sacando a flote la España cañí que nunca desapareció por completo, no estamos tan lejos de aquellas épocas en que la gente llevaba gallinas vivas en los trenes con asientos de madera. Ahora suelen ser perros, y no sólo de perroflautas sino también de gente más estándar. Casi nadie se preocupa de llevarlos en pequeñas jaulas de plástico, pues algunos animales ya no caben en ellas. Y los seguratas que transitan por el tren, aunque son implacables con los viajeros que ponen los pies en el asiento contrario, suelen hacer la vista gorda con los viajeros que llevan alegremente perros en el vagón. Además, muchos de ellos son de estos blancos, sin pelo y feísimos, con cara rarísima, sin apenas ojos, que parecen sacados de un libro de quimeras o de un manual de criptozoología. A ello cabe añadir el comportamiento casi animal de jóvenes "universitarios" que son de los pueblos y vuelven del botellón del jueves en el tren de los viernes a las 7.23 de la mañana: van tan perjudicados que acaban cantando, potando y tumbándose en medio de los vagones con los restos de la bebida de la noche que acaba.

P.D. Esta última semana he encontrado un nuevo especimen en el tren, prueba definitiva de que la línea Valencia-Xàtiva es casi como el metro de Nuevo York. Se trata de un judío ultraortodoxo, con su quipá, sus trencitas y su barba rizada y desordenada. Incluso atisbé un tupper con comida kosher. Lo único bueno es que seguro que no hará botellón. Bueno, y también podemos suponer que no tenga móvil con whatsapp, pues pensará que se trata de un invento del diablo (en eso coincido con él). Y otra cosa que me ha sorprendido es que no se ha apeado en la estación de A., como suelen hacer todas las personas que se salen de lo normal (yo incluido). La verdad es que casi me estoy alegrando de encontrar un personaje así en mi tren de cercanías.

domingo, 24 de noviembre de 2013

Los nuevos peligros de la gran ciudad (proselitistas ubicuos, hosteleros agresivos, policía autonómica y gorrillas exóticos)


LOS ARTÍCULOS DE "EL POBRECITO HABLADOR"
(VI: 2013)

Juan Gómez Capuz

LOS NUEVOS PELIGROS DE LA GRAN CIUDAD (proselitistas ubicuos, hosteleros agresivos, policía autonómica y gorrillas exóticos)

Soy un urbanita neurótico. Necesito mi dosis diaria de urbanina, de gentes que andan apresuradamente, aceras rebosantes de ciudadanos, semáforos, tráfico denso, ruido. Aunque trabajo en un pueblo (grande y relativamente urbanizado), ansío coger el tren de cercanías de vuelta a la gran ciudad. Podría bajar en alguna parada anterior del cinturón industrial y llegar antes a casa, pero mi obsesión es llegar con tren al corazón mismo de la gran ciudad, a una de esas míticas estaciones término cubiertas por una larga bóveda de cañón sobre la que el cielo se refleja en una prosaica uralita verde y andamiajes de hierro. Me gusta diluirme en la masa urbana que sale de los trenes presurosa e invade la estación a oleadas, como las naves aqueas llegaron a las playas troyanas. Somos anónimos Ulises que ya hemos llegado a Ítaca.

He nacido para vivir en la jungla del asfalto. Pero el problema de las urbes actuales es que cada vez son más jungla y menos asfalto. Quizá es que la relativa tranquilidad de una ciudad de 750.000 habitantes ha pasado a la historia y que hoy en día una ciudad media es casi una Nueva York en miniatura. Hay muchos aspectos de la gran ciudad que han cambiado en los últimos años y que la convierten en una selva selvática, áspera y fuerte, acechada por múltiples peligros y nuevos especímenes a los que no estábamos acostumbrados. Eso es lo que quiero plantear en el presente artículo.

Ya hablé en anteriores entregas de la variopinta fauna de proselitistas que acosa a los ciudadanos en las aceras y calles peatonales de la gran ciudad. En un par de años han cambiado algunas cosas. Los proselitistas religiosos casi han desaparecido del entorno urbano. Eso no quiere decir que ya no existan o ya no actúen, sino que utilizan otros medios. Por ejemplo, los fundamentalistas católicos parecen considerar que la calle es un escenario demasiado “pecaminoso”, “ciudadano” o “laico” y prefieren ejercer su ministerio en sus lugares de trabajo. A veces no consiguen cambiar de chip a tiempo y están a punto de darte la vara en el lavabo de caballeros, una táctica que más bien parece propia de otros colectivos. Estos fundamentalistas católicos también manejan con destreza los medios audiovisuales, sobre todo la radio (por eso de que los oyes pero no los puedes ver, como si fuera la voz divina llamando a Saulo), y aún conservan los restos del naufragio de la “TDT Party” en emisoras como Radio María y canales como 13 TV. Los proselitistas musulmanes tampoco bajan a pie de calle: ellos han sabido sacar partido como nadie de ese invento occidental que es la televisión y difunden su fe a través de Córdoba TV, que es como una versión cañí de Al Jazeera. Los que parecen totalmente desaparecidos en combate son los fundamentalistas protestantes: los evangelistas ya tienen llena su “parroquia” con hispanoamericanos y gitanos y no necesitan ir por la calle buscando almas descarriadas; los Mormones y Testigos de Jehová parecen haber sido barridos por los evangelistas y ni siquiera se les ve tocando al timbre de las casas para darte la vara en plan Avon.

Por todo ello, los proselitistas que nos acosan son casi exclusivamente laicos y pertenecen a variopintas ONGs. Afortunadamente, se identifican con petos de vivos colores y por ello los sufridos ciudadanos hemos aprendido a sortearlos, como una nueva destreza necesaria para poder sobrevivir en la jungla de la gran ciudad. Pero en muchas ocasiones es difícil. Por lo visto sus instructores son entrenadores de balonmano o policías/militares retirados y les enseñan a no dejar escapatoria a los ciudadanos “poco concienciados”: entre tres o cuatro cubren todas las salidas de una determinada zona y si consigues despistar a uno de ellos siempre hay otros dos que te “cazan”. Las salidas de las estaciones, bocas de metro, entrada a grandes almacenes y edificios oficiales y, sobre todo, las calles peatonales del Centro son los paraísos en los que actúan “a sus anchas”. Últimamente, además, han fichado a varios negritos (casi siempre se trata de ONGs francófonas que no creen en la civilización occidental y que sólo ayudan a los países del Sahel) para que no puedas escapar por velocidad. Y cuando te cazan, es difícil salir fácilmente de la trampa, pues (al igual que sus congéneres religiosos) tienen un discurso elemental pero bien aprendido y se anticipan a todas tus posibles objeciones. Creo que el programa Callejeros debería dedicarles un programa con metodología de documental de naturaleza salvaje (e imitando la voz de Félix a ser posible), aunque me da que ese programa simpatiza mucho con este colectivo y por eso no se atreve a hacerlo.

Pero en los últimos años ha cobrado fuerza un colectivo que emplea maneras mucho más agresivas que los proselitistas de las ONG. Se trata de los camareros que trabajan en locales del Centro, sobre todo desde que Valencia se convirtió en escala favorita de los cruceros que surcan el Mediterráneo. Esa forma de actuar no es nueva: en los alrededores de la Jefatura de Tráfico, cerca de donde vivo y donde ocurrió el silenciado accidente de metro, han crecido como hongos decenas de gabinetes para la revisión psicotécnica necesaria para poder renovar el carnet de conducir, y es frecuente ver a mujeres de buena presencia enfundadas en una bata blanca a veces muy ceñida abordar a los transeúntes, pensando que todos lo que pasamos por allí vamos a renovar el carnet (y algunos acabamos pensando que es una película en enfermeras). Pero en el caso de los restaurantes, la situación se ha desmadrado: camareros y camareras salen con descaro de su “zona técnica” y te abordan, llegan a veces a cogerte del brazo para que contemples los detalles de la carta del día. Curiosamente, no actúan de igual manera con los guiris de los cruceros, que serían su objetivo prioritario, pues parece ser que en el restaurante algún experto en pragmática intercultural les ha explicado que los guiris anglosajones, germánicos y nórdicos suelen mantener una separación física mayor que los latinos y además sienten aversión al contacto físico con extraños.

En Valencia no tenemos policía autonómica. Y visto lo visto en otras comunidades y el turbio empleo de la Radiotelevisión pública en la nuestra, creo que es una bendición. Bueno, de vez en cuando pululan algunos coches nuevos, pintados de azul claro y blanco como los coches de policía de las series americanas de los 70, que parecen ser el embrión de una policía autonómica valenciana, pero es muy probable que ese embrión sea “congelado” (como nuestros sueldos) y finalmente desechado (para desesperación, supongo, de los fundamentalistas católicos antes mencionados). Pero el dato real es que no tenemos una policía autonómica “cañera” como la que hay en una comunidad vecina y a la vez lejana como es Catalunya. ¡Caray con los Mossos d´Esquadra! Van “a trossos y mossos”, te pegan y “te muerden”, te dan con la escuadra y el cartabón. Tan solo se puede decir en su descargo que son muy “democráticos”, pues igual vejan y apalean a inmigrantes que a empresarios. Los sueños de la razón autonómica han producido verdaderos monstruos (y despilfarros). Es paradójico y esperpéntico lo que ocurre en nuestra piel de toro (perdón a los antitaurinos, aunque Espriu ya usó la metáfora): toda la vida quejándonos de la Guardia Civil -sobre todo los que somos intelectuales, artistas y gentes de mal vivir- y ahora resulta que los malos malísimos son los Mossos d´Esquadra (La Ertzantza tampoco sirve para mucho, pero al menos no pega tanto y queda bien en las películas de James Bond). A su lado, la Guardia Civil es un cuerpo ejemplar, que realiza bien con pocos medios tareas tan importantes como la protección del medio ambiente, el control aduanero, la lucha contra el narcotráfico y el contrabando (jugándose la vida en ese nido de piratas que es Gibraltar) y, sobre todo, impedir los asaltos masivos y planificados de la valla de Melilla por parte de subsaharianos que siempre han ido de chulitos por la vida. De todas maneras, los Mossos d´Esquadra siguen teniendo apologetas entre la clase política y los medios de comunicación, gentecilla que viene a decir que si te pegan en catalán te duele menos que si te pegan en castellano. De hecho, un equipo de investigadores de una prestigiosa universidad catalana (en teoría pública, aunque desde su fundación se ha dedicado únicamente a formar a los cuadros medios y altos del funcionariado del Principado) han realizado un experimento donde demuestran empíricamente esa idea sintética a priori (lo de que si te pegan en catalán te duele menos). En un reciente artículo titulado "Painless effects of brain neurotransmitters involving sounds of Catalan language (after being hit)" y publicado en la revista Neuroscience, estos investigadores confirman que la lengua catalana posee unos fonemas (palatales y sibilantes sonoras) cuyos armónicos y frecuencias de onda inhiben la actuación de los neurotransmisores responsables de la sensación de dolor físico en el hipotálamo, mientras que la lengua castellana, por el contrario, al ser más áspera en su fonética (recordemos que en su origen es latín vulgar muy rústico hablado por medio vascos) sí potencia la aparición de estos neurotransmisores del dolor. Cosas veredes, amigo Sancho.

El último peligro que debemos reseñar en nuestras ciudades modernas es el recrudecimiento de las actividades perpetradas por las mafias de gorrillas aparcacoches en las calles más céntricas de la ciudad. Además, cada zona está controlada por gentes de una determinada procedencia geográfica, cada vez más exótica: los hindúes controlan por completo la zona del Mercado de Jerusalén, mientras que los rumanos son especialmente activos en las calles que desembocan en la flamante Estación del AVE. Lo que llama la atención es que actúan casi las 24 horas del día, y cuando uno acude al tren de cercanías a las 7 de la mañana ya están ahí “controlando” el tráfico. O más bien lo que de verdad llama la atención es que los cuerpos policiales se dediquen a exprimir con multas a los automovilistas y a los ciudadanos que protestan legítimamente contra el recorte de libertades y la privatización de los servicios públicos y en cambo se inhiban (como los neurotransmisores) ante esta flagrante alteración del orden público, quizá porque al detener a personas que no tienen ni papeles ni cuentas corrientes ni pagan sus impuestos no obtengan beneficios económicos inmediatos en forma de multas.

En fin, estos son los nuevos peligros de la gran ciudad. Y los que tenemos vocación de urbanitas nos debemos acostumbrar a ellos.

domingo, 20 de octubre de 2013

Lecciones de cultura alemana para españoles que quieren emigrar. Episodio 3. Monográfico cine alemán


LOS ARTÍCULOS DE "EL POBRECITO HABLADOR"
(VII: 2013)

Juan Gómez Capuz
  
LECCIONES DE CULTURA ALEMANA PARA ESPAÑOLES QUE QUIEREN EMIGRAR. EPISODIO 3. MONOGRÁFICO CINE ALEMÁN.

El cine que se realiza en un determinado país constituye una de sus principales señas de identidad: es revelador de los intereses, filias y fobias que comparten la mayoría de los habitantes de esa nación. Por ello, hemos creído conveniente cerrar nuestra “trilogía alemana” dedicada a los españoles que marchan a trabajar a aquel país ofreciendo una panorámica del cine hecho en Alemania entre 1980 y 2010.

De todas maneras, el telespectador español habrá notado que en los últimos dos o tres años ha aumentado notablemente la presencia de películas alemanas en los canales de televisión españoles, sobre todo A3 y, en menor medida, La 2, Telecinco y las Autonómicas. Es posible que ello se deba a una política de potenciación del cine hecho en la Unión Europea, aunque los teóricos de la conspiración también podrán pensar que se trata de la cláusula adicional de algún tratado secreto para evitar el rescate de nuestro país.

Una de las razones que podría apoyar la tesis de los conspiranoicos, confirmada por quienes hayan visto algunas de esas películas en las que apenas se inserta publicidad (ni siquiera en A3), es que el cine alemán es bastante malo, no tan malo como el español, aunque, eso sí, es bastante más variado. Esta idea es la que pretendo demostrar en el presente artículo, después de haber estado dos meses viendo casi exclusivamente cine alemán y habiendo sobrevivido a la experiencia (aunque en ocasiones me han entrado ganas de suicidarme o de invadir un país).

Para empezar, debemos partir de la idea de que en Alemania no existe el género cinematográfico de la comedia, al menos tal como se entiende en el resto del mundo. Tan sólo algunas muestras de comedia social inglesa y de comedia francesa realizada por directores norteños, alsacianos o judíos se acerca levemente a la peculiar comedia alemana. También están las excepciones de actores/directores que han participado en el cine de Hollywood y que intentan trasladar al cine alemán el modelo de comedia norteamericana. Es el caso del muy americanizado Til Schweiger, inexpresivo actor a medio camino entre Schwarzenegger y Van Damme, quien plantea en Un conejo sin orejas un esquema narrativo muy yanqui, muy a lo Adam Sandler: un exitoso reportero del corazón condenado por intromisión en la intimidad de unos famosos debe cumplir 300 horas de trabajo social en una guardería y allí se va enamorando de una profesora miope y gafotas, antigua vecina suya de la cual él se burlaba en la infancia, todo ello aderezado por una banda sonora de pop-rock anglosajón. O la comedieta juvenil Enredos de chicas, sólo identificable como película alemana por los mensajes que se envían las chicas, escritos en un alemán horroroso lleno de faltas de ortografía. Pero son excepciones. Lo normal es que la comedia alemana derive instintivamente en comedia dramática o negra, con inquietantes tonos sadomasoquistas, y centrada en las vidas de personajes solitarios e inadaptados, artistas frustrados, pervertidos sexuales e inmigrantes aculturados. En este caso, el cine de Tarantino, Guy Ritchie, Almodóvar, Segura o Álex de la Iglesia sería el referente más cercano. Dentro de esta comedia dramática o negra hay varios subgéneros.

a)Uno es la “comedia de restaurantes”, porque la acción transcurre en restaurantes italianos o con cocineros italianos, lo cual permite el “ingrediente” de las diferencias culturales. Soporífera es la película Rossini, donde el restaurante sólo sirve de marco a los tejemanejes sobre las versión cinematográfica de un bestseller escrito por un escritor inadaptado y casi autista, y donde cobran protagonismo los triángulos sexuales con suicidio incluido. Mucho más brillante es Deliciosa Martha, en la cual se observa muy bien el inicial contraste entre Martha, una cocinera berlinesa, espartana, seria, asocial y perfeccionista (obsesionada con aromas, sabores y texturas, lejano eco de El Perfume de Süskind) y Mario, un cocinero italiano extrovertido y de personalidad arrolladora (magníficamente interpretado por Sergio Castellitto). Además, esta película serviría de base al remake norteamericano Sin reservas, donde el papel de cocinero “extranjero” sería paradójicamente interpretado por el alemán Aaron Ekhardt.

b)Otra variante es la “comedia de lucha de sexos”, reflejada en películas como ¿Por qué los hombres no escuchan y las mujeres no entienden los mapas? . En esta película (nueva muestra del “peculiar” sentido del humor alemán) la lucha de sexos es analizada en estrictos términos neodarwinianos de “lucha por la vida”, “voluntad de poder” y “triunfo del más fuerte”, conceptos siempre muy gratos a la mentalidad germánica desde Nietzsche hasta Merkel. Para ello, la escasa trama (repleta de triángulos amorosos, engaños y relaciones sexuales) se interrumpe con frecuencia para dar paso a una voz en off más irritante que la de Alatriste, donde la tediosa explicación "biológica" va a veces acompañada de conversiones de los protagonistas (gente guapa y promiscua del Berlín actual) en prehistóricos neandertales, lo cual convierte a la película en una especie de falso documental a medio camino entre En busca del fuego y Helga, el milagro de la vida.

c)Un paso más es “la comedia negra de triángulo amoroso”, visible en películas como La farmacéutica, donde la catatónica, felina y bizca Katja Riemann comparte vivienda y vida sexual con un heredero disoluto y un exconvicto, una especie de Jules et Jim a la alemana que termina en un esperpéntico Götterdämmerung donde mueren todos menos la chica.

d)Un curioso caso extremo de “comedia negra sexual con tonos sadomaso” son las películas que adaptan los cómics de temática gay de Ralf König. Aparte de El condón asesino (demasiado duro incluso para Ratzinger), destaca la película El Hombre deseado, donde Til Schweiger se ve acosado por varios gays, para desesperación de su sufrida esposa, interpretada de nuevo por la catatónica y bizca Katja Riemann. Sobre la película sobrevuela un continuo aire de decandentismo gay a lo República de Weimar, y de hecho la escena final muestra a Schweiger y los tres homosexuales cantando una canción de cabaret de Kurt Weill. Un tipo de cine complementario, aunque ya plenamente dramático (sin asomo de comedia), son las películas de Doris Dörrie, una curiosa mezcla entre Almudena Grandes e Isabel Coixet a la alemana, quien produce como churros unos panfletos feministas que aburren hasta a las ovejas y en los que, paradójicamente, no paran de salir penes (como Hombres, hombres). Afortunadamente, no tenemos noticia deninguna colaboración entre Ralf König y Doris Dörrie.

[Por cierto, comentaremos de pasada que en el ámbito del cine pornográfico, otro de los “núcleos duros” (hard core) del negocio cinematográfico germano, sobre todo para la exportación (como bien sabe Ali G), los alemanes siempre han sido muy aficionados al sexo anal y al sadomasoquismo. Pero no deberían sorprendernos estas curiosas preferencias, porque es exactamente lo que ellos han estado haciendo con el resto de Europa desde hace 150 años.]

Entrando en terreno del drama propiamente dicho, el cine alemán también ha sabido diversificarse en diversos géneros:

a)La gran afición de los alemanes a los Krimis o historias criminales se refleja en la multitud de dramas romántico-policíacos, en los que vuelven a aparecer inquietantes contenidos sadomasoquistas. Son películas para televisión, de baja calidad, a veces con doble versión (en alemán y en inglés), emitidas en España siempre por A3. Es el caso de El silencio del miedo, donde una abogada pija investiga el crimen de una alumna en una universidad privada ultrapija, lo cual le lleva a descubrir cómo el hijo del rector y su amiguete secuestran, violan y torturan a alumnas en el ático de uno de los edificios de la universidad. En La  extraña, se presenta una panoplia de matrimonio en crisis, jóvenes desinhibidas que se hacen pasar por hijas secretas y vecinos mirones, hasta que todo explota con el consiguiente crimen.

b)La TV movie La extraña se sitúa en un lugar de veraneo indeterminado, aunque podría tratarse de Ibiza. El toque cosmopolita y la ambientación del drama romántico-policíaco en lugares de veraneo frecuentados por alemanes (Ibiza, Croacia, islas griegas, Tailandia) aparece de manera mucho más clara en películas como Las dos caras de Jan Hansen y, sobre todo, en la saga o franquicia del Dream Hotel, ambientado en lugares tan exóticos como Seychelles o Tailandia.

c)La tendencia al exotismo del cine alemán tiene su culmen en lo que podríamos llamar “cine de África”. Curiosamente, el continente negro ha fascinado a alemanes de toda condición. La antigua novela del escritor judío austriaco antinazi Stefan Zweig En un lugar de África ha sido llevada al cine en una notable película (ganadora de un Oscar) en la que cuenta la difícil adaptación de una familia judía que huye de los nazis en su nuevo hogar keniano. Tampoco olvidemos que la controvertida Leni Riefenstahl hizo en los años 60 abundantes reportajes fotográficos sobre la vida de los masái y los juba. Esa tendencia continúa ahora en sagas o franquicias como la de Doctora en África (emitida por las Autonómicas). Lo curioso es que la mayoría de esas películas se ambientan en países africanos que in illo tempore pertenecieron a Alemania, como Tanzania, Camerún o Namibia.

d)También son numerosas las películas que tratan los problemas de adaptación de los inmigrantes, en especial los de origen turco (como vimos, los italianos no son tan problemáticos y sirven más para la comedia de restaurante). Son películas realistas y duras pero políticamente correctas, como la aclamada Contra la pared, porque los directores y actores son de origen turco y saben reflejar muy bien los problemas de los inmigrantes de segunda generación que se ven atrapados entre dos culturas tan opresivas como son la alemana y la turca, sin identificarse plenamente con ninguna de ellas, lo cual se hace especialmente dramático en el caso de las mujeres. Otras películas de este género, como Corto y sin filo, en cambio, frivolizan el tema y presentan a diversos delincuentes de origen inmigrante, con un ritmo narrativo frenético y lleno de palabrotas, clara copia del cine de Tarantino y Guy Ritchie.

e)Los dramas sobre drogas y delincuencia tienen precedentes muy antiguos. Rodada casi como documental, sin actores profesionales, tenemos el durísimo retrato de la adicción a la heroína que constituye la mítica Yo, Cristina F., de Uli Edel, ambientada a finales de los 70 en Berlin Oeste, con cameo incluido de David Bowie (Uli Edel es uno de los muchos directores que luego hizo fortuna en Estados Unidos, donde “armó el cirio” con la polémica El cuerpo del delito, también con una estrella de rock, Madonna, que vierte cera ardiendo sobre el cuerpo del pobre Willem Dafoe, una muestra de estilo sadomasoquista alemán demasiado fuerte para los puritanos yanquis). Más frívola es Corre, Lola, corre, película de ritmo frenético (donde Franka Potente hace honor a su apellido), aunque tiene una estructura narrativa más compleja que Lucía y el sexo de Julio Médem, ya que muestra constantemente dos tramas alternativas en la carrera contrarreloj de Lola por recuperar los 100.000 marcos y salvar a su novio.

f)Los alemanes también se han aprovechado de la moda de la novela negra escandinava y han utilizado estas novelas para realizar películas propias como Nadie lo ha visto y Silencio de hielo. Son buenas versiones, ya que los nombres suecos no disuenan en alemán y el paisaje de Schleswig-Holstein puede pasar por nórdico. Además, los alemanes saben recrear la atmósfera brumosa y de “aquí no pasa nada hasta que hay un crimen” que caracteriza a estas novelas y además consiguen darle ese sabor extra de morbo y sadomasoquismo (tan alemán) que falta en las propias versiones cinematográficas nórdicas. Además, como estamos viendo a lo largo de este artículo, en todas las películas alemanas (incluso en las “comedias negras”) siempre hay algún suicidio, costumbre muy nórdica por otro lado.

g)En un país muy preocupado por la educación, son frecuentes las películas de dramas escolares. El director Dennis Gansel es un verdadero especialista en ese campo, con películas de ritmo narrativo dramático e intenso que cautivan al espectador. Primero se sirvió de un experimento realizado en la California psicodélica para plantear La ola, donde un profesor de filosofía de tendencias anarquistas pone en práctica un experimento para explicar la génesis de los totalitarismos: hace vestir a los alumnos con el mismo uniforme, se inventa un saludo, un logotipo de ese movimiento; a los alumnos les parece todo muy divertido, pero poco a poco se lo van tomando en serio y acaban comportándose como una secta totalitaria, con suicidio incluido de uno de ellos. Si en La ola podíamos rastrear cierta influencia de El club de los poetas muertos y una alusión a la génesis del totalitarismo nazi, estos dos ingredientes se hacen evidentes en la siguiente película de Gansel, Napola, duro retrato (aunque sin la tensión narrativa de La ola) de las elitistas napolas, escuelas de educación nacionalsocialista de donde surgieron los jóvenes fanatizados que resistieron hasta los últimos días del Tercer Reich, de nuevo con dos suicidios hábilmente disimulados y manipulados por las “autoridades educativas”. Estas dos películas de Gansel nos plantean situaciones muy lejanas en el espacio y en el tiempo, pero deberían servir de aviso para navegantes cuando vemos “en tiempo real” cómo las autoridades educativas se adentran en una “senda peligrosa” de la que ya no hay vuelta atrás. En el caso español, deberíamos pensar en leyes educativas que sólo inciden en el igualitarismo y que al final sólo consiguen igualar a todos por lo bajo; o bien otras leyes educativas que sólo inciden en la segregación y la falta de oportunidades para alumnos brillantes pero humildes, y que acabarán creando guetos allí donde no los había; o comunidades autónomas que potencian centros educativos centrados en la segregación por sexo, como si aún estuviéramos en el franquismo o en un país islámico; o comunidades autónomas que se acercan a las napolas nazis al educar a los chavales sobre las bases de un nacionalismo excluyente y agresivo. La conexión entre educación y Tercer Reich también es evidente en el biopic sobre Sophie Scholl (y su movimiento de la Rosa Blanca en la Universidad de Munich), una de las mayores heroínas de la Segunda Guerra Mundial, injustamente olvidada durante décadas, quizá por ser mujer, estudiante, creyente, pacifista y alemana.

Obviamente, la convulsa historia de Alemania en el siglo XX ha sido un auténtico filón para el moderno cine alemán, sobre todo después de la Reunificación. Si el cine español encontró un chollo con la Guerra Civil y el Franquismo, el cine alemán ha encontrado su veta de oro, respectivamente, en el Tercer Reich y en la asfixiante vida de la antigua República Democrática Alemana. Sin embargo, son temas que hay tocar con mucho cuidado y, de hecho, antes de la Reunificación de 1990 eran casi tabú. La primera película alemana que aborda el tema, camuflada en otro género muy alemán como es el “drama claustrofóbico” (aunque su máxima expresión la encontramos en la película holandesa El ascensor), es El submarino/Das Boot deWolfgang Petersen, crudo retrato de las duras condiciones de vida de los tripulantes de submarinos alemanes durante la Segunda Guerra Mundial (más tarde, Petersen también haría fortuna en Estados Unidos y “saldría a la superficie” con Troya, cuyo plano general de las naves aqueas desembarcando en las playas troyanas recuerda tanto al Día D). El éxito internacional de El submarino dio alas al cine bélico “Made in Germany” (es decir, “películas de alemanes” hechas por alemanes). Poco después de la Reunificación, en 1993, la película que dio el “pistoletazo” a este género bélico autocrítico fue Stalingrado, de Joseph Vilsmaier. Para evitar suspicacias, Stalingrado también se cobijaba bajo el paraguas del subgénero bélico de las “películas hechas por el bando perdedor”, como la australiana Gallipoli o ciertas películas norteamericanas sobre la guerra de Vietnam (La chaqueta metálica, Apocalipse Now o Platoon), lo cual les otorga una pátina de “acto de contrición” y total libertad para echar las culpas de la derrota no a los bravos soldados propios sino a la incompetencia de los mandos y la ceguera estratégica de los políticos. Stalingrado copia de hecho el modelo norteamericano y presenta las andanzas de un pelotón de soldados alemanes en la ratonera de Stalingrado. Ellos acaban dándose cuenta del sinsentido de la guerra y de la extrema crueldad de los suyos y se ganan la animadversión de un fanático coronel gafitas ultranazi hasta que al final son ellos mismos quienes lo matan.

Hemos dicho que el cine alemán se aproxima al de directores muy sui géneris como Tarantino. Entonces surge la pregunta: ¿y si Tarantino hiciera una película sobre la Segunda Guerra Mundial con actores alemanes? La combinación, aunque esperpéntica, se ha dado en la realidad y se llama Malditos bastardos, coproducción entre Estados Unidos y Alemania. A diferencia del cine bélico alemán, fiel a la Historia y políticamente correcto, la película de Tarantino es justo lo contrario: su rigor histórico es menor que el de Águila roja (con sus katanas y gladiadores), su incorrección política es mayor que cualquier película de Baron Cohen y sus dosis de violencia explícita y gratuita son mayores que las de Spartacus. Pero es una buena película, es muy divertida y nos permite conocer a la plana mayor del cine alemán actual: Diane Krüger, Daniel Brühl, Til Schweiger, Gedeon Burkhardt (el segundo comisario de Rex) y, sobre todo, el magnífico actor austriaco Christoph Waltz (los angloamericanos siguen practicando el Anschluss, como ya se podía ver en la selección alemana de filósofos-futbolistas del Flying Circus de los Monty Python, donde figuraba el muy austriaco Wittgenstein).

En cuanto al retrato de la opresiva atmósfera de la RDA, el cine alemán lo enfoca de dos maneras. Por un lado, la visión costumbrista y de crítica política endulzada con una buena dosis de nostalgia retro, visible en la galardonada Good Bye, Lenin (muy semejante en el tono a nuestra serie Cuéntame): es una película bastante “occidental” que en el fondo se burla por igual del capitalismo y del comunismo y que se aproxima al humor esperpéntico, dos aspectos que ya aparecen en la genial comedia de Billy Wilder Uno, dos, tres, también ambientada en el Berlín dividido. Además de la omnipresencia de la Coca-Cola como símbolo del capitalismo, en Good Bye, Lenin encontramos escenas esperpénticas impagables como la alegría por conseguir el magnífico coche de plástico Trabi, el soborno a los niños para que le canten una canción patriótica a la madre que ha despertado del coma después de la caída del Muro y que todavía cree vivir en la “idílica” RDA, la búsqueda griálica de pepinillos de “marca blanca RDA” para que la madre no note nada extraño y la manipulación de los telediarios que hace el amiguete del protagonista, haciendo creer que son los occidentales quienes quieren entrar en masa en la casi extinta RDA y no al revés (siempre me recordó a Urdaci). Todo ello muestra que todas las dictaduras han sido igual de cutres, además de ominosas. En cambio, La vida de los otros muestra el lado más amargo de la RDA: el omnímodo y omnisciente control sobre la vida de los ciudadanos "en tiempo real", especialmente si son artistas, así como los conflictos de conciencia que se manifiestan en algunos miembros del sistema represivo (es magnífica la creciente empatía del comisario que hace las escuchas), todo ello culminado con un par de suicidios al más puro estilo alemán. Aunque no trata la vida en la RDA, la película Los edukadores (traducción libertaria y antisistema de Die vette Jahre vorbei) muestra las profundas diferencias sociales en la Alemania unificada, a través de un comando anarquista que entra en las mansiones de los ricos para hacer trastadas y dejar mensajes políticos. La acción se complica cuando los dos chicos y la chica del comando anarquista (de nuevo un triángulo amoroso) secuestran a un alto ejecutivo que en sus tiempos mozos fue un líder del mayo del 68 berlinés y se crea una creciente empatía entre ellos. En cierto modo, es la secuela de Good Bye, Lenin adaptada a la Alemania unificada del capitalismo salvaje y los mini-jobs y mantiene como tándem protagonista al veterano Burgardt Klaussner y al joven germano-catalán Daniel Brühl.

La prueba de que la distopía nazi no comenzó en 1933 (y su continuadora RDA en 1949) sino que sus raíces eran más antiguas la encontramos en la galardonada película de Michael Haneke (¡otro austríaco metiendo bulla en Alemania!) La cinta blanca. Combinando hábilmente el universo cinematográfico de Igmar Bergman (la película está rodada en un austero blanco y negro), el distanciamiento de Bertold Brecht y el universo literario de Thomas Mann, Haneke hace un sombrío retrato de la vida cotidiana en un pueblo de la Alemania del Norte a finales del II Reich, poco antes de la I Guerra Mundial. Allí el ascetismo luterano y la espartana mentalidad prusiana consiguen convertir la vida de las gentes en un auténtico valle de lágrimas repleto de intromisiones en la intimidad, castigos, obediencias, sumisiones y leyes, totalmente carente de cualquier atisbo de felicidad y alegría. Tan sólo las películas norteamericanas que retratan a la comunidad amish (llamados no por casualidad “alemanes de Pensilvania”) ofrecen un panorama humano tan desolador, hasta el punto de que a su lado la Inglaterra victoriana o la España del Siglo de Oro debían de haber sido la juerga padre. No es de extrañar que esa atmósfera opresiva en blanco y negro continuara durante el Tercer Reich y la RDA (por ello se parecen tanto el enrarecido ambiente social y la gris vida cotidiana mostrados en La cinta blanca, Sophie Scholl y La vida de los otros).

Finalmente, otro género muy productivo en el actual cine alemán son las películas sobre arqueólogos que descubren en Oriente Medio alguna reliquia o la tumba de Jesucristo o de algún personaje próximo. Es el caso de El código de Carlomagno, El enigma de Jerusalén o El informe Gólgota. Estas películas, de discreta factura y baja calidad (en páginas como Filmaffinity reciben puntuaciones inferiores a 3,5 sobre 10), emitidas en España siempre por Cuatro o T5, tienen curiosos elementos comunes. Los protagonistas suelen ser una pareja de arqueólogos, uno joven y otromás mayor y experimentado (recuerdan a Schliemann y Dörpfeld, o quizá también a Indiana Jones y a su padre, y hasta a Batman y Robin), o bien un hombre y una mujer de buena presencia que sin ser arqueólogos se ven arrastrados a esa búsqueda porlazos familiares (esto permite jugar con la tensión sexual no resuelta de los protagonistas). En estas películas es clara la influencia de Dan Brown y su Código da Vinci: el “movimiento browniano” de estos filmes siempre lleva a los protagonistas a Israel en busca de reliquias del cristianismo primitivo, lo cual revela también una curiosa y harto improbable influencia conjunta de Steven Spielberg y la Anhenerbe; los malos malísimos son siempre oscuras órdenes fundamentalistas de la Iglesia Católica, toleradas por el Vaticano, que emplean todos los medios a su alcance para impedir que se divulguen datos que pongan en duda la divinidad de Jesús de Nazaret (¿qué opinaría Ratzinger de todo esto? ¿lo vería como una Doltschoss?); para complicar más aún la trama y hacerla más conspiranoica y políticamente incorrecta, diversos indicios hacen pensar a la policía alemana y al Mossad (nueva combinación improbable) que los arqueólogos buenos son los culpables de los crímenes. El final se dilucida en una oscura gruta, donde las fuerzas del bien triunfan sobre las del mal (todo muy zoroástrico y cátaro, para gusto de Otto Rahn, George Lucas y Spielberg), hasta el punto de queen una especie de anagnórisis de tragedia clásica, la policía alemana, la Interpol, el Mossad e incluso el propio Vaticano reconocen su error y los arqueólogos vuelven a casa y, si son hombre y mujer, se casan y comen sauerkraut.

Una variante del género anterior son los dramones históricos realizados con abundancia de medios y que enlazan con el éxito de la novela histórica entre el público germano. Un buen ejemplo es La ramera errante y, sobre todo, su secuela La venganza de la ramera errante, emitida en España por Antena 3. Se trata de un dramón histórico de tomo y lomo, ambientado en el otoño de la Edad Media, con ciertas semejanzas con nuestra serie Isabel. En el contexto de la lucha del Sacro Imperio contra los husitas checos, la película tiene los ingredientes típicos del drama estándar germano: viaje iniciático, triángulos amorosos, traiciones, las típicas puñaladas por la espalda y el triunfo final de los buenos. Nuevamente, el malo malísimo es un inquisidor que oculta su cara tras una máscara, y que persigue sin tregua a la chica protagonista, la cual cuenta con la curiosa ayuda de una abadesa con carácter (eco de Hildegard von Bingen o de Howritza), la cual resulta ser la última depositaria de las enseñanzas cátaras, en un nuevo guiño a Dan Brown y los conspiranoicos (y también a Otto Rahn). La película es larga pero entretenida, con las dosis justas de sexo y violencia para el gusto alemán, así como una cuidada fotografía y una bella banda sonora cuyo tema principal se parece sospechosamente a una canción de Loreena McKennitt.

En fin, así es el cine alemán actual. No es de muy buena calidad, pero son los que mandan. Por lo menos, tras la lectura de este extenso artículo, no cabe duda de que se trata de un cine muy variado.