domingo, 6 de julio de 2014

Antisistema, Universidad y turrón (sobre la génesis de Podemos)

LOS ARTÍCULOS DE "EL POBRECITO HABLADOR"
(VIII: 2014)

Juan Gómez Capuz

ANTISISTEMA, UNIVERSIDAD Y TURRÓN (SOBRE LA GÉNESIS DE PODEMOS)

El repentino (y coyuntural) éxito electoral de Podemos ha hecho verter ríos de tinta a los analistas políticos. Se habla de crisis del bipartidismo y de crisis total del sistema (la abdicación del rey pocas semanas después fue interpretada como un efecto inmediato, casi como un Bastillazo). Pero es necesario remontarse al origen de Podemos para comprobar cuál es el alcance real de este movimiento. 

En un artículo en El País titulado “La ola”, el catedrático Antonio Elorza ha apuntado con acierto tanto el origen como los objetivos de Podemos y los ha comparado con una interesante película alemana, La ola de Dennis Gansel (2008), que habla sobre la génesis de los totalitarismos. Obviamente, este artículo de Elorza ha sido duramente criticado desde ámbitos antisistema cercanos a Podemos. Quizá el artículo de Elorza plantee un panorama excesivamente apocalíptico en cuanto a los objetivos futuros de Podemos, pero el diagnóstico de su origen me parece sumamente acertado, sobre todo al circunscribirlo a un ámbito que la mayoría del público desconoce: el caldo de cultivo ideológico que se cuece en la Universidad española. Elorza es catedrático en la misma Facultad de Ciencias Políticas de la Complutense donde surgió Contrapoder y luego Podemos, y por tanto sabe muy bien de lo que habla. El autor de estas líneas ha sido Becario de Investigación y Profesor Asociado en la Facultat de Filologia de la Universitat de València, y por tanto también sabe muy bien de lo que habla.

La Universidad española, y en especial ciertas Facultades (Filología, Historia, Filosofía), funciona como una suma de pequeños búnkeres totalmente ajenos a la realidad exterior en los que reina como único criterio la pureza ideológica. Determinados sindicatos de alumnos, en connivencia con determinados equipos rectorales, imponen una ideología oficial que todo el mundo debe cumplir. Desde el alumno más ceporro que sólo va allí para liarla hasta el catedrático más pata negra, todos son piezas de un “sistema” que, sólo por su oposición ciega y radical al sistema del mundo exterior, puede recibir el nombre de “antisistema”, igual que la antimateria se opone a la materia aunque estén formadas por partículas elementales homólogas. Los sindicatos de profesores y alumnos funcionan a modo de un gran sindicato vertical (o “casta”) que controla y uniformiza a toda la población de ese ámbito cerrado: uno piensa entonces en las distopías de ciencia ficción como Un mundo feliz, 1984 o La isla. La fuerte endogamia y falta de ventilación de la Universidad española generan a su vez un “efecto invernadero”: para asegurarse una plaza fija en una determinada Facultad el criterio determinante no es ser un buen docente e investigador sino la absoluta fidelidad al “antisistema”; a su vez, esto provoca que para conseguir su objetivo, los candidatos enfaticen su radicalismo como único criterio válido para medrar en ese microcosmos tan viciado. La excelencia investigadora ha sido sustituida por la pureza ideológica. En ese sentido, funciona la analogía que Elorza hacía con lo descrito en la película La ola (grupo altamente cohesionado, la pretensión de ser reconocidos como únicos representantes legítimos de su colectivo), pero a mí me recuerda más todavía la carrera suicida en pos de una pureza ideológica y una radicalidad anticapitalista que llevó al abismo a la República Española durante la Guerra Civil: la caza de brujas contra el POUM en Barcelona, el Anschluss entre las juventudes socialistas y comunistas (a beneficio de estas últimas), la infiltración estalinista y la toma del poder por el PCE. Por eso, la creciente conversión de Podemos de legítimo partido antisistema en un búnker dominado por unos líderes carismáticos iluminados y una ideología simple y maniquea, cada vez más distanciada de las provisionales bases del partido, me recuerda al argumento de Animal Farm, la sátira antiestalinista de quienes se apropian de una revolución, escrita por Orwell, testigo directo de  esa limpieza ideológica en la Barcelona de 1937. En cuanto a los líderes carismáticos (otro punto de contacto con La ola), la trinidad Iglesias-Monedero-Errejón recuerdan a Lenin-Stalin-Trotsky pasados por un espejo deformante de Valle Inclán (Errejón parece un secundario de The Big Bang Theory) y además su original estalinismo ha dejado paso a un chavismo trasnochado y difícil de aplicar en Europa.

Porque esa es otra. En los círculos antisistema de la Universidad española siempre se respiró un fuerte ambiente no sólo anticapitalista (lo que hubiera tenido bastante sentido), sino en el fondo profundamente antioccidental (con su corolario actual antieuropeísta, prueba de que la extrema izquierda y la extrema derecha actuales no están tan alejadas). Como alumno anonymous y potencialmente desviacionista, siempre detecté en esa confusa ideología ad hoc una fuerte aversión hacia el modo de vida occidental: como botón de muestra, el rock and roll nunca fue visto como un síntoma de rebeldía sino como una infiltración capitalista angloamericana... ¡ni siquiera las camisetas de los Ramones estaban bien vistas! (quizá porque un lumbrera de la casta dominante antisistema descubrió que llevaban el escudo de los USA). En cambio, esta extrema izquierda antisistema universitaria siempre glorificó a otras culturas, sobre todo si ponían en jaque la hegemonía occidental. De aquellos polvos (mentales) surgieron estos lodos y ahora en Podemos el espejo donde mirarse (y quizá la fuente financiera) es el chavismo venezolano exportado a otros países hispanoamericanos, teniendo como punto de referencia básico el magnífico sistema cubano. En este caso, la trinidad Iglesias-Monedero-Errejón recuerdan más bien a Maduro-Correa-Morales sin espejo deformante alguno (aunque ahora el referente valleinclanesco no es Luces de Bohemia sino Tirano Banderas). Pero esto no es lo peor. En Podemos también hay gran admiración por otros sistemas “republicanos”, como la República Islámica de Irán (aunque, todo hay que decirlo, afortunadamente no llegan al entusiasmo islamista de la izquierda antisistema francesa y sus ONG acólitas) y la República Popular de Corea del Norte. Por supuesto, en Podemos renegarán del actual sistema político y económico de la República Popular China (la antigua “China popular”, en palabras de Carod Rovira), al que consideran demasiado “occidental” y todavía dominado por una “casta” política.

Otro detalle que me ha llamado la atención en Podemos es que apenas hay mujeres entre sus cuadros dirigentes y que sus tres líderes carismáticos son hombres. Como son tan “antisistema”, la paridad no van con ellos. O quizá sea síntoma de algo más grave: su imitación del modelo populista hispanoamericano y de otros países sumamente alejados del mundo occidental les ha contagiado, quizá como “daño colateral”, un considerable machismo: repare el lector que no hay mujeres (ni negros, ni gais) entre los cuadros dirigentes de Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Irán o Corea del Norte. Repare también el lector en las numerosas salidas de tiesto misóginas y homófobas de los dirigentes de estos países (sobre todo Evo Morales o Ahmadineyah). En cambio, aunque las comparaciones sean odiosas, sí hay mujeres, negros y gais entre los cuadros dirigentes del denostado mundo occidental (a bote pronto, Merkel, Obama y muchísimos alcaldes/alcaldesas). Me pregunto si estos colectivos citados verán a Podemos como una nueva esperanza.

Como dato último quisiera recordar una anécdota que ocurrió hace unos sieto u ocho años en mi Facultad de Filología. El día antes de las vacaciones de Navidad un comando anarquista griego tomó por la fuerza uno de los Departamentos. Tuvo retenidos a profesores y administrativos durante más de 20 horas y además dio buena cuenta del turrón y del champán que había allí. Cuando los profesores fueron liberados, no experimentaron el más mínimo síntoma de síndrome de Estocolmo, a pesar de que teóricamente se suponía que debían compartir buena parte de los presupuestos ideológicos de sus secuestradores. Antes bien, se expresaron en términos muy duros acerca del trato recibido y no dejaban de repetir, casi como consigna o leit-motiv, que “estos cabrones se han comido todo el turrón”. (Por cierto, será una casualidad o serendipia, pero el segundo apellido de Pablo Iglesias es Turrión).

La pregunta final es obvia: ¿Podemos confiar en Podemos? ¿Sustituirán una casta por otra? ¿Se comerán nuestro turrón?

1 comentario:

  1. Juan, simplementeeeee es brutal!! TODA ABSOLUTAMENTE TODA la razon.

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