domingo, 30 de octubre de 2011

Pixelandia

LOS ARTÍCULOS DE "EL POBRECITO HABLADOR"
(VI: 2011)


Juan Gómez Capuz


PIXELANDIA

Vivimos en Pixelandia. No cabe duda. Una nueva muestra de la moral hipócrita de los tiempos que corren consiste en publicitar las imágenes y fotografías más privadas de las personas (sobre todo a través de Facebook) y a continuación pixelar algunos detalles de esas fotos. Yo pensaba que ya era bastante maldición la señal del TDT, que cada dos por tres se va pixelando y finalmente se queda la pantalla en negro con el letrerito "No hay señal" (Cuán presto se va la señal, que diría el poeta). Pues resulta que ahora pixelan las imgénes a posta.

Para empezar, curioso es también el verbo pixelar. Como otros muchos engendros informáticos, procede del acrónimo o amalgama del inglés americano (ellos lo llaman blending, como si fuera un whisky) consistente en seleccionar las sílabas iniciales del sintagma picture element, convirtiendo en x la pronunciación africada del grupo –ctu- . Esta palabra es un sustantivo, aunque en inglés puede pasar directamente a funcionar como verbo (to pixel ) sin necesidad de cambio formal alguno; en castellano, no obstante, es necesario darle las desinencias verbales de la primera conjugación, y así obtenemos pixelar, que a su vez recuerda a los numerosos verbos de origen caló o gitano que en nuestra lengua acaban en –elar (currelar, camelar, niquelar, etc). Quizá así comprendamos mejor que pixelar una imagen es casi lo mismo que camelar una imagen.

Volviendo a Pixelandia, una de las muestras de hipocresía que más me han llamado la atención en los últimos días es la costumbre de ciertos medios de comunicación (en especial, Tele 5, cadena siempre muy preocupada por la ética y el código deontológico) de pixelar el cigarrillo que está fumando una persona que sale en pantalla. Cuando aún no nos habíamos acostumbrado a la manía de pixelar las caras de los menores, práctica comprensible porque cada vez hay más pederasta informático suelto que puede aprovechar esas imágenes para colocarlas en otras situaciones, ahora viene lo del tabaco.

¡Pobres fumadores! Desde hace algunos años son objeto creciente de acoso y derribo. Cabe recordar que hace 30 años fumaba todo el mundo en los espacios públicos: el profesor en clase, los alumnos de COU y universidad, los funcionarios y hasta el médico de familia que advertía severamente a sus pacientes que “nada de tabaco, nada de alcohol y nada de sexo”. Y los que nunca hemos fumado lo padecíamos con resignación. Pero resulta que ahora los fumadores no pueden fumar en ningún sitio mínimamente cubierto. En las estaciones de tren siempre hay un guardia de seguridad exclusivamente dedicado a llamar la atención a quienes fuman en el espacio ya cubierto por techos o bóvedas; parece que con los carteristas no muestra la misma eficacia. Y por si fuera poco, desde hace escasas semanas se pixelan las imágenes de los cigarrillos por “imperativo legal” (Kant et Bildu dixerunt). Y yo me pregunto, ¿sirve realmente de algo pixelar la imagen de un cigarrillo? Porque cualquier persona con dos dedos de frente (que aún las hay) puede deducir que lo que había en la imagen original era un cigarrillo. Creo más bien que, como otras muchas prohibiciones, su efecto puede resultar contraproducente. Imágenes que pasarían inadvertidas sin pixelar atraen la atención cuando se pixela algo, porque es un índice de “lo prohibido”: la gente dirá, anda, si estaba fumando, e incluso pensará ¿y qué estaba fumando? El foco de la imagen se desplaza automáticamente hacia lo prohibido, lo pixelado, lo ocultado. Un caso muy reciente ha sido el de una foto de Messi en la cubierta de un yate: el reportero, en un exceso de celo, pixeló un pequeño objeto cilíndrico que salía de la boca del jugador pensando que era un pitillo; a partir de ahí se difundió rápidamente el bulo de que Messi fumaba. Tras examinar la foto original sin pixelar, se comprobó que se trataba de una golosina (Rajoy diría chuches) verde fosforito alargada y achatada. No es de extrañar que numerosos internautas hayan señalado el carácter hipócrita de estas ¿pixelaciones? (pixellatio imaginum). Porque, vamos a ver, resulta que en los telediarios y en internet podemos ver hasta la saciedad, en abierto y sin pixelar, las imágenes del satánico sátrapa Gadafi hecho un cristo tras ser linchado por los milicianos; podemos ver las imágenes del joven Simoncelli moribundo sobre el asfalto; podemos ver cuerpos desmembrados después de un atentado suicida; y si tiramos de videoteca, podemos volver a ver una y otra vez las imágenes del valiente Paquirri desangrándose hasta la muerte. Pero ver a una persona fumando, eso sí que no. Como diría Peñafiel, eso no puede ser, María Teresa.

Al igual que muchos internautas, pues todos tenemos mucho tiempo libre y una gran vida interior, también me he preguntado si esta pixelación de cigarrillos tendrá efectos retroactivos. Si se trata de imágenes de hace un año, ¿también habrá que pixelar el pitillo? ¿Y qué pasa con las series y películas? ¿Quizá por ser “obras de ficción” están exentas de la norma pixeladora? Sinceramente, no me imagino la colosal tarea de pixelar todos los cigarrillos que salen en las películas de cine negro (por cierto, si pixelan los cigarrillos de esas películas, ¿pixelarán también las armas y los asesinatos?). O quizá se limiten a poner un aviso del tipo “No hemos pixelado los cigarrillos por respeto a la integridad de estas obras de arte, pero que sepan todos que en aquella época remota los seres humanos desconocían los efectos nocivos del tabaco”. Es lo mismo que ha sucedido con la reciente censura de un cartel publicitario de una película en la que Julia Roberts y Tom Hanks van en una scooter sin el casco puesto, porque refleja una época en la que no era habitual ni obligatorio llevar casco. ¿Qué es más importante? ¿La verosimilitud histórica y aristotélica o el cumplimiento de una normativa actual? ¿Qué harán nuevamente con las películas antiguas? ¿Fotoshopearán cascos inexistentes en el original, como in illo tempore los censores cubrían los escotes generosos de opacas telas virtuales? ¿Por qué los legisladores judiciales y religiosos siempre ha tenido tan nulo sentido del humor y de la realidad histórica?

Tampoco sé a ciencia cierta si esta cruzada pixelatoria contra el cigarrillo es una manía específicamente española (total, como no hay asuntos más graves que resolver) o si de nuevo vamos a remolque de la legislación norteamericana (allí un vecino puede denunciar a otro si está fumando dentro de su propia casa). También podemos decir que esta hipocresía o doble moral tampoco es exclusivamente occidental: en Japón es habitual exhibir falos enormes de madera o cera en ceremonias públicas, pero en cambio se pixela sistemáticamente el miembro masculino (the real thing, como dirían los americanos) en las películas más atrevidas.

Quizá la pixelación del tabaco no sea más que el primer paso de una escalada pixelatoria (hay que ver cómo cunde en castellano esta palabra). ¿Qué será lo siguiente? Posiblemente los toros, otra de las tradiciones que más ha sufrido el acoso y derribo de lo políticamente correcto en los últimos meses. Cuando salgan imágenes de una corrida de toros, pixelarán al toro… ¿o quizá al torero? ¿o quizá al apoderado que está fumando en el burladero? ¿Llegaremos al extremo de que en una imagen se pixele todo ? Cosas veredes, amigo Sancho.

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