(IX: 2015)
Juan Gómez Capuz
AMERICAN MAX (Sobre las americanadas del canal Discovery Max)
Ante la escasa calidad de los programas de todas las cadenas de televisión, la llegada de un nuevo canal siempre despierta expectativas. Además, llevábamos ya unos meses con el cierre de varios canales y era una forma de compensar. El problema es que los canales temáticos representan un arma de doble filo y al final acaban siendo incluso peores que los canales generalistas. Y este componente negativo se acrecienta con la tendencia actual hacia los “canales de género”: canales de televisión sólo para hombres y canales sólo para mujeres. Como se ha dicho muchas veces en la Red, ese tipo de canales son en realidad un insulto a a cada género en particular y a la inteligencia en general. Los canales para mujeres abundan en el cotilleo y la frivolidad, como Divinity o la propia Tele 5. Los canales para hombres son aún peores, pues todo se basa en la testosterona, la violencia, los automóviles y las grandes máquinas. Pero existe una combinación aún más letal: un canal para hombres desde un punto de vista exclusivamente norteamericano. Y ese canal se llama Discovery Max.
He estado viendo algunos programas de dicho canal, y en pocos días mi salud mental se ha visto seriamente deteriorada. Algunos programas los he visto simplemente por curiosidad, por morbo, ya que no tengo ninguna afición por la violencia, los automóviles y las grandes máquinas, sobre todo desde el punto vista del norteamericano medio del medio Oeste, de la América profunda. Me siento mucho más afín a los cerebritos desquiciados de Big Bang Theory y a series urbanitas como Castle. Pues bien, toda la programación de Discovery Max gira sobre esos ejes. Pongamos algunos ejemplos. Los norteamericanos son grandes aficionados a las subastas y a los trasteros de puertas metálicas amarillas (en el sur de España también hay bastante afición), hasta el punto de que en algunos espisodios de la sofisticada y poco masculina serie Castle aparecen ejemplos de ello. En Discovery tenemos el programa Cazasubastas. Es una especie de reality que consiste en seguir a la gente que puja en las subastas por diversas mercancías, en especial trasteros abandonados concentrados en una especie de naves industriales para ver el provecho que pueden sacar revendiendo los objetos que hay en ellos, especialmente los de contenido friki o vintage (viejos cómics, cromos de béisbol, antiguos electrodomésticos, etc.). El programa está conducido por un un individuo joven, con barba de perilla, pelo rapado y cuero cabelludo tatuado, con pinta de motero Easy Rider o revisionista confederado y que además está tan obeso que tiene papada hasta en el cogote. Por otra parte, los norteamericanos siempre han tenido gran afición por los automóviles clásicos, hasta el punto de que allí los coches se nombran por su marca, color y su año de fabricación, como si todo el mundo manejara fácilmente esos conocimientos (ej. un Ford Torino rojo del 79, ¡qué tiempos aquellos!). Pues bien, hay un programa en Discovery donde se explica el proceso de rehabilitación y tuneado de coches antiguos (en este aspecto, los norteamericanos coinciden con los cubanos, lo cual explica que las dos naciones se hayan reconciliado). Igualmente, hay programas sobre la fabricación de comida en cantidades industriales. También hay programas que hablan sobre el funcionamiento de grandes maquinarias, cuanto más grandes mejor, más testosterona. Y si hablan de edificios, han de ser edificios muy grandes y muy altos, como el programa Megaestructuras, cuyo nombre lo dice todo. Parece que en Discovery Max son seguidores a ultranza del motto latino altius, citius, fortius, aunque en este caso complementado por un segundo motto del tipo maius, bizarrius, frikius.
Otro componente típicamente norteamericano de Discovery Max es el puritanismo. Existe un reality en el que los concursantes tiene que saber desenvolverse en un entorno natural agreste y hostil, y además sin ropa: en la traducción castellana el programa se llama Aventura en pelotas. Es como nuestro programa Adán y Eva pero sustituyendo el lado femenino de la convivencia en pareja por el reverso masculino del afán de exploración, de llegar a la última frontera y al destino manifiesto, todo tan americano. Y como es tan americano, las partes íntimas de los concursantes se pixelan continuamente, porque el decoro está por encima de todo, cosa que no ocurre en Adán y Eva donde campan a sus anchas felpudos y pirindolos y encima es sólo para mayores de 16 (¡!). En cambio, Aventura en pelotas es sólo para mayores de 7 años (¡!), porque los programas norteamericanos son para verlos en familia, como Dios manda, y los niños deben aprender desde el principio ese espíritu de superación y de conquista tan americano. Otra muestra del puritanismo yanqui es la tendencia anglosajona a neutralizar con pitidos las palabras malsonantes que dicen los participantes en un reality, de manera que en programas como Pareja a la puja y Cazasubastas, la mitad de los que dicen los participantes son tonterías y la otra mitad queda anulada por continuos pitidos.
Ahora bien, hay un programa en Discovery que explica el sueño de todo norteamericano, sobre todo cuando son niños e incluso cuando ya no lo son tanto: construirse una casa en un árbol, que junto con los VHS y las bolsas de papel de estraza sin asas para llevar la compra del supermercado, representan la santísima trinidad de las costumbres de ese país. Aunque está claro que lo de hacerse una casa en un árbol es, con diferencia, la costumbre más antigua de las tres, pues ya se remonta a la época de Tom Sawyer y Huckleberry Finn y muestra de nuevo ese espíritu de aventura y de conquistar la naturaleza propio de los norteamericanos. El programa se llama, simplemente, Mi casa en un árbol, para que quede clarito y que el telespectador estadounidense no se llame a engaño.
En fin, esos son los típicos programas que te puedes disfrutar en Discovery Max. Si te pones a verlos, ya sabes lo que vas a encontrar. Pero la gran trampa de ese canal es que también emite programas teóricamente más serios, de carácter histórico o científico. El problema radica en que el enfoque que se les da a esos programas “más serios” sigue siendo el típico de este canal, enfatizando lo más cercano a la violencia, la catástrofe, la destrucción, las grandes máquinas y el espíritu de aventura.
En el lado científico tenemos Desmontando el Cosmos (Strip the Cosmos), que es una especie de remake del Cosmos de Carl Sagan con los efectos especiales al estilo de Dreamworks y con los guiones al estilo de Tarantino. O sea, una chufla. Sólo tratan temas de astronomía vinculados con la destrucción, como las erupciones solares, los asteroides, los cometas, la extinción de la vida en Marte y Venus, etc. Al igual que los programas científicos serios, recurren con mucha frecuencia a los testimonios de autoridades en la materia, pero esas “autoridades” son casi siempre militares que aparecen en pose marcial (ya que en Discovery Max las amenazas a la Humanidad se convierten, sencillamentre, en amenazas a la seguridad nacional de Estados Unidos, tipo Independence Day) y científicos locos que emprenden por libre proyectos desquiciados como reproducir en un paisaje desértico el clima de Marte o el impacto de un meteorito, y que por tanto responden muy bien a ese espíritu de aventura, de última frontera, tan norteamericano.
En cuanto a los programas de carácter histórico, el ejemplo más claro se llama Mitos y Leyendas. El programa debería llamarse Mitos y Tesoros, porque casi todos los episodios tratan sobre la búsqueda de algún tesoro legendario, y por tanto hacen hincapié de nuevo en ese espíritu de aventura tan norteamericano. Además casi todos los exploradores son norteamericanos, como el mítico Hiram Bigham. De hecho, la cabecera del programa incluye una foto fija de un explorador joven con barba de varios días y sombrero de ala ancha frente a un túmulo construido con adobe, lo cual nos hace pensar inmediatamente en Indiana Jones y el templo maldito. En algunos episodios el norteamericanocentrismo del canal se relaja y nos hablan de la búsqueda de reliquias por parte de los nazis, como el Grial, el Arca de la Alianza o la Lanza de Longinos, pero de nuevo está presente la conexión con Indiana Jones y además se centran en detalles morbosos o superficiales como la condición de judío y gay de Otto Rahn o la obsesión de George Patton por la Lanza. Uno de los pocos programas históricos con bastante nivel y guiones muy trabajados es Grandes Civilizaciones, pero desgraciadamente sólo consta de tres episodios, porque es una producción alemana y los alemanes siguen considerando que las raíces de la civilización occidental se reducen a Grecia, Roma y el mundo vikingo (una postura no muy alejada de lo que creía hace 70 años la propia Anhenerbe). También es un buen programa con buenos guiones La segunda guerra mundial en color: aunque tienden a dar gran protagonismo a las actuaciones norteamericanas no descuidan la lucha en solitario de Inglaterra ni, sobre todo, la lucha entre nazis y soviéticos en el decisivo frente oriental. Lo único que chirría es que al hablar de norteamericanos caídos en combate ordinario, emplean con mucha laxitud el término asesinados, lo cual revela un cierto victimismo. Finalmente, otro programa sobre la Historia más reciente que despertó mi atención fue la serie Los Sesenta, producida por Tom Hanks, pero en este caso el norteamericanocentrismo se manifestaba con toda su crudeza: era una serie, exclusivamente, sobre Estados Unidos en los años 60 y las escasas referencias a Europa se limitaban a la “invasión británica” de los Beatles y otros grupos y al mayo del 68 francés. Todo lo demás era el típico discurso sobre USA en los 60, como mera materia prima para el guión de una típica película norteamericana: segregación racial, guerra de Vietnam, crisis de los misiles, asesinato de JFK, psicodelia, hippies y múltiples detalles irrelevantes para un “europeo” como la lucha electoral entre Hubert Humphrey y Richard Nixon.
Ese es, a grandes líneas, el contenido del canal American Max, perdón, Discovery Max.
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